Baloncesto

Nueva Zelanda

La tortura de los 460

La tortura de los 460
La tortura de los 460larazon

España se encontró en su estreno mundialista con un nivel de exigencia física que no se esperaba. Los franceses supieron utilizar el único arma en que son superiores a la selección española, el físico. «Hemos felicitado a Francia por su fuerza y por su defensa. Han sabido utilizar muy bien sus armas», confesó Scariolo. «Los franceses han jugado muy duro», afirmó Llull. España contaba con que Batum y compañía iban a llevar el partido a ese terreno, pero no creían que el nivel de intensidad iba a ser tan elevado.

Los que más lo acusaron fueron los pívots. La defensa gala se tradujo en faltas y en una incesante visita a la línea de tiros libres. España dispuso de 32 oportunidades. Desaprovechó 15. Los líderes de esa deshonrosa clasificación fueron precisamente los tres jugadores más interiores: Reyes (2/8), Gasol (2/6) y Fran Vázquez (1/4). Entre los tres pívots, 5/18. Una sangría.

«En los momentos decisivos no hemos estado a la altura», resumía Reyes. «Hemos estado muy erráticos en los tiros libres. Todo sigue dependiendo de nosotros, pero tenemos que estar uni- dos y tratar de olvidar esta derrota cuanto antes», dijo Reyes. Nueva Zelanda será la oportunidad de comenzar a enderezar el rumbo. «Ninguno de los jugadores podemos estar contento con este partido. Nos hemos concentrado, pero no nos han salido las cosas. No tenemos tiempo para lamentaciones y tenemos que ir al hotel y juntar esfuerzos y motivación para jugar contra Nueva Zelanda», añadió el pívot.

«Los nervios y que no nos ha salido nada son dos de las causas de la derrota. Está claro que hemos fallado muchísimo en los tiros libres, en los triples y en los de dos puntos», comentó después de analizar una estadística deshonrosa. España falló casi uno de cada dos tiros libres que intentó; dos de cada tres tiros de dos y dos de cada tres lanzamientos de tres puntos. «Nos han faltado tranquilidad y agresividad», resumía Scariolo con la resignación que suponía una derrota tan inesperada como merecida