Congreso Extraordinario del PSOE
Gallardón sin rival
Mismo escenario, mismos partidos políticos, pero un debate totalmente diferente al que protagonizaron los candidatos a la Comunidad.
El «cara a cara» entre Alberto Ruiz-Gallardón (PP), Jaime Lissavetzky (PSOE) y Ángel Pérez (IU) en Telemadrid no repitió ni forma –los tres debatieron a la vez–, ni fondo. Y es que ayer, los dos minutos por intervención se emplearon para rebatir, que no atacar, y presentar propuestas.
Cómodo se vio a Pérez, sobre todo frente a un Lissavetzky que, además de ser novato en estas lides, se convirtió en «saco de golpes» de la gestión de Zapatero.
Tampoco lo tenía fácil Gallardón, que tuvo que enfrentarse a un dos contra uno por la «pinza» de izquierda. Sin embargo, el alcalde iba preparado para sacar un 10 en el examen. No consiguieron pillarle ni cambiando los temas de los bloques ni pidiéndole datos concretos sobre barrios. De hecho, Gallardón les puso a raya cuando intentaron salirse del tono cordial y logró llevárselos tan a su terreno que, durante buena parte del debate, los candidatos del PSOE e IU se limitaron a presentarle a él sus propuestas en vez de a los ciudadanos. Parecía que, consciente o inconscientemente, ya le daban de nuevo la Alcaldía.
Con gran diligencia, el candidato popular tomó notas para el futuro. Además se mostró abierto a firmar los pactos que propusieron sus contrincantes y de nuevo dejó mudos a Lissavetzky y Pérez. La deuda municipal y el traslado del Ayuntamiento a Cibeles fueron los temas del rifirrafe entre PSOE y PP, mientras que IU apostó por dar en el flanco de la vivienda y del patrimonio estatal.
La cordialidad reinó hasta el punto de que los candidatos eligieron corbatas del color político de su rival. Eso sí, Gallardón, de rojo, tuvo de frente a Lissavetzky y Pérez, que coincidieron en el color azul y en debatir codo con codo.
Alberto Ruíz-Gallardón. El afinador de pianos
Madrid- Manejó los tiempos, los temas, el lenguaje, la postura y hasta a sus contrincantes. El alcalde de la ciudad tuvo que utilizar sus turnos de palabra para responder a sus dos contrincantes. Y lo consiguió. Gallardón confrontó con dureza cuando más le atacaron, como en los temas de vivienda o economía, pero también supo utilizar un tono conciliador cuando sus contrincantes le brindaron pactos.
El alcalde «tiró» de gráficos y cifras para defender su gestión. Atacó duramente al candidato socialista por la gestión de su partido en el Gobierno central («su partido es el de la congelación de pensiones y el de la subida de impuestos») y por «falta de elegancia» cuando éste «desautorizó» a Trinidad Jiménez. Prometió «seguir escuchando» e incluso poner en práctica las propuestas de Pérez, al que dejó K.O. cuando éste criticó que «si una niña en Vallecas quisiera estudiar piano no podría», y Gallardón fue capaz de recitarle todos los centros culturales donde se imparten clases de esta instrumento. presumió de Madrid Río, de Metro y de viviendas de protección oficial.
Ángel Pérez. Convirtió el río en estanque de patos
Madrid- Vivienda y políticas sociales tuvieron el peso de las intervenciones de el candidato de IU. Ángel Pérez asumió desde el primer momento su papel de «miembro de la oposición». De hecho, lejos de ofrecer sus propuestas a la audiencia (los ciudadanos) se las contaba al alcalde con la esperanza de que fueran tomadas en cuenta. Más allá de buscar una victoria en las urnas, Pérez se limitó a solicitar apoyos para tener «más capacidad de denuncia». Se agradeció en el candidato que tirara de ironía y humor en sus críticas. Como cuando puntualizó al alcalde que Madrid Río «no es un río, sino el estanque de patos más grande de Europa».
Jaime Lissavetzky. El candidato correcto
Madrid- Tiró de cifras del Plan E y actuó de escudo ante las críticas que sus rivales vertieron a la gestión del Gobierno socialista de España cuando el tema versó sobre economía o paro. Jaime Lissaveztky, el novato de la noche, cumplió con las expectativas. Respetuoso, educado, y en ocasiones quizá un poco amedrentado ante los discurso de Ruiz-Gallardón y Pérez, se presentó el candidato en Telemadrid armado de gráficos y propuestas. Repitió su intención de retirar la «injusta» tasa de basuras, crear un Pacto de la Villa para el empleo y, en su peor momento, insistió en devolver el Ayuntamiento al Madrid de los Austrias.
«No esperaba de usted esa falta de elegancia», le reprobó sus palabras el actual alcalde que le recordó que fue propuesta de Trinidad Jiménez, en 2003, la reforma del Palacio de Cibeles.
Lissavetzky pidió el voto para «solo» ser el alcalde de Madrid y no el de «la deuda y la boina». Sin embargo, no pudo evitar que se le escapara, dirigiéndose a Gallardón, un «le proponemos» cuando ya no eran los pactos entre formaciones los que centraban la discusión. Correcto.
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