Santiago de Compostela
Antonio Bonet Correa: «Enseñemos a pensar y a ser libres»
-La medalla del Círculo de Bellas Artes merece un lugar de honor en una vitrina.
-La aprecio muchísimo por lo que tiene esta institución de dinamizadora de la vida cultural y artística, en la que cumple un papel de primer orden.
-Dinamización cultural en la que usted también se ha implicado.
-Me siento muy satisfecho porque he intentado contribuir al desarrollo de la vida cultural española.
-¿Se ve profeta en su tierra?
-Soy una mezcla por familia de tierras gallegas, donde nací, levantinas, francesas. Viví mi infancia y adolescencia en una España autárquica, muy local, después conocí otras ciudades. Me siento de un español total y muy querido.
-Cincuenta años ejerciendo la docencia. La enseñanza ha cambiado una barbaridad...
-Muchísimo. Empecé a dar clases cuando era necesario ser profesor en varios centros para poder sobrevivir. Por mis manos han pasado alumnos que son grandes nombres en el mundo del arte. No me puedo sentir más orgulloso.
-¿Cómo recuerda los años como lector en La Sorbona?
-Aprendí a la vieja manera francesa. Los alumnos estudiaban una o dos asignaturas por año, era una universidad utópica. Después, ya en España, viví cómo se valoraban el esfuerzo, la excelencia, el conocimiento. Hoy reina el desencanto, el profesorado está desengañado.
-¿Habría que cambiar la enseñanza?
-Así es, un regeneracionismo moral y ético. Ahora imperan la banalidad y el populismo, lo contrario de la universidad. Enseñemos a pensar y a ser libres, a tener sentido crítico, conceptos que no imperan en una sociedad en la que priman las princesas del pueblo.
-Dirige desde 2008 la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando. ¿Por qué sigue siendo una gran desconocida?
-Quizá porque continúa arrastrando ese peso de institución decimonónica y vetusta. Es todo lo contrario. La conocen más los turistas extranjeros que los propios madrileños. El Museo y la Calcografía Nacional son dos joyas a las que es necesario acercarse.
-Luis G. Berlanga, que acaba de fallecer, era académico de la casa. ¿Cómo le recuerda?
-¡Qué vitalidad tenía! Admiraba su sentido de la comunicación, el ingenio, esa mezcla tan bien administrada entre lo moderno y lo nuevo. Alguna vez le dije que cuándo se iba a animar a rodar una película sobre los académicos.
-¿Está usted reñido con las nuevas tecnologías?
-Bueno, le diré que sigo escribiendo a mano, ni siquiera utilizo máquina de escribir; en cambio, mis nietos... Es lo que nos pasa a los de mi generación, que somos antidiluvianos.
Con firma propia
Profesión: director de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando.
Nació: en Santiago de Compostela en 1925.
Por qué está aquí: recibe hoy la medalla del Círculo de Bellas Artes.
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