Ciudad Real

Alcázar de San Juan: La Mancha de las lagunas

La provincia de Ciudad Real esconde una grata sorpresa para el viajero. Casas encaladas conviven con una sobria arquitectura medieval rodeada de un complejo lagunar declarado Reserva de la Biosfera.

020ses17fot1
020ses17fot1larazon

La silueta de Alcázar de San Juan se recorta contra el llameante cielo crepuscular, con sus muchas torres y edificios», describía Hans Christian Andersen, un viajero empedernido que recorrió la llanura manchega, en su libro «Viaje por España». Desconocida para muchos, esta localidad ciudadrealeña es una grata sorpresa para el visitante.

La primera razón para asombrarse llega al descubrir los alrededores del pueblo. La Mancha se asocia a llanuras, a cultivos de secano y a un sol omnipresente. Sin embargo, en esta tierra también existe la llamada «Mancha Húmeda» y Alcázar de San Juan es un excelente ejemplo de ello, gracias a su complejo lagunar. Las lagunas del Camino de Villafranca, de la Veguilla y de las Yeguas son afloramientos de un gran acuífero que se extiende por toda la región.

Declarada por la Unesco Reserva de la Biosfera, resulta obligado pasear por la zona y disfrutar del entorno. Aquí no hay prisas y el único sonido que actúa de banda sonora es el de la naturaleza. En pocos minutos podemos contemplar el devenir de un centenar de aves y toda la fauna que atrae las lagunas, sin pasar por alto la flora. Y si el viajero quiere profundizar aún más en el entorno, tiene a su disposición talleres relacionados con el complejo lagunar, observatorio de aves y rutas guiadas a pie o en bicicleta que hacen las delicias de niños y mayores.

El siguiente alto en el camino debe realizarse en el Cerro de San Antón, conocido también como el «mirador de La Mancha». La visita es imprescindible, pues allí nos esperan los cuatro gigantes que custodian Alcázar. Bajo las enormes aspas de los molinos, resulta sencillo echar a volar la imaginación y creer que Don Quijote y Sancho Panza campan a sus anchas a nuestro alrededor. Sin embargo, la realidad supera a la ficción y ante nosotros se abre una estampa única de kilómetros y kilómetros de llanura manchega salpicada de campos de vides, olivos y cereales que queda grabada en la retina.

Si los alrededores bien merecen una excursión, el interior de la localidad tampoco defrauda. La bienvenida nos la da una retahíla de tradicionales casas encaladas sólo rota por imponentes edificaciones de piedra roja que dejan entrever el pasado medieval de la ciudad. El conjunto palacial del Gran Prior atrapa todas las miradas, no en vano es uno de los espacios más llamativos. Lo forman el torreón de Don Juan José de Austria, construido en 1231 y de estilo almohade, hoy en día Centro de Interpretación de la Orden de San Juan, y la Capilla de Palacio, que a lo largo de la historia ha servido también de cárcel, cementerio, museo y capilla, mientras que ahora sirve de centro de recepción de visitantes y punto de inicio de nuestro recorrido.

Bautismo de Cervantes
En la plaza de Cervantes, presidida por una estatua del «manco de Lepanto», se localiza uno de los principales atractivos de la localidad: la iglesia de Santa María la Mayor, la más antigua de Alcázar, edificada sobre una antigua mezquita. Aunque es un templo románico, su interior alberga una capilla barroca, realizada en yesería y con un zócalo de cerámica de Talavera: el Camarín de la Virgen. Pero aún guarda un regalo más, pues aquí se encontró el acta del Bautismo del mismísimo Miguel de Cervantes Saavedra.

De paseo por las calles estrechas y blancas sale a nuestro encuentro el Siglo de Oro: el granero de las monjas, edificio del siglo XVI, alberga el Museo de la Alfarería, donde podemos descubrir el quehacer de cantareros, tinajeros, cacharreros, tejeros... Algo más adelante nos topamos con la Casa del Hidalgo, que tras un riguroso proceso de rehabilitación se ha convertido en el Centro Internacional de Estudios sobre los hidalgos.

Para rematar la faena, imprescindible probar su gastronomía. Alcázar de San Juan es tierra de vinos –forma parte de la Ruta del Vino de La Mancha–, por lo que visitar una bodega es una estupenda opción. Para acompañar la copa, no puede faltar lo más tradicional de sus fogones, como los duelos y quebrantos, la ensalada de limón, los asadillos o las tortas de Alcázar. A finales del mes de abril la ciudad celebra la Feria de los Sabores, donde los productores de la tierra ofrecen sus productos con Denominación de Origen. ¿Qué mejor excusa para descubrir la localidad?