Actualidad
Un político con la agenda clara
Mariano Rajoy actúa como hacen los hombres de convicciones. Alguien que sólo se deja conducir por sus principios, sin prestar atención a las consecuencias electorales o dejar de actuar por miedo a la deserciones de los votantes, como si supiera de antemano que eso es inevitable, que todo poder en democracia es un alquiler temporal que conlleva siempre desgaste y desafecciones. A los gobernantes hay que probarlos en las dificultades, en las mareas de lo imprevisible, y no en las situaciones apacibles, que es donde nada se pierde, pero tampoco se gana nada. Es en el planisferio de las contrariedades donde surge el estadista. Rajoy ha optado por seguir con el plan de reformas que tenía ya planteado de antemano. Al aseverar que «España no se puede quedar parada», que es una frase de múltiples significados y alusiones, viene a indicarnos que antepone los deberes primordiales, los del común, a sus ambiciones futuras. Un valor que hay que reconocerle se esté de acuerdo o no con sus planteamientos o medidas, que no viene al caso ahora. En Andalucía se ha encontrado con una victoria inútil, que malogrará el juego de los pactos y las alianzas, pero él se marcha a Seúl, como para indicar que la política no llega sola. Es algo que hay que hacer, aunque se puedan perder comicios.
✕
Accede a tu cuenta para comentar