Brasil
La vida en una burbuja
El aire que respiramos es malo y produce enfermedades. ¿Viviremos en el futuro sobreprotegidos y encerrados?
Nos ponemos máscaras en la boca para evitar los virus y los gases de los coches. Nos ponemos guantes para evitar las infecciones de los demás. Poco a poco, nos tapamos y nos escondemos por temor al contagio y a la enfermedad. Cuando es casi imposible escapar. Si ahora está respirando, también está muriendo un poco. En España se producen unas 16.000 muertes prematuras al año a causa de la contaminación y el 84% de la población respira aire contaminado, dicen los informes. Más allá de las máscaras o guantes, el último refugio inventado es una burbuja donde desarrollar una especie de vida. Se han instalado en algunos hoteles, también en gimnasios y puede que en el futuro allí se lleve a cabo algún tipo de sociabilidad.
«Al aire libre» será sólo una frase hecha. Xabi Trillo, de Bubble, dice que la burbuja se está vendiendo muy bien en Brasil, aunque no sabe por qué. «Con el incremento del bienestar no podemos mitigar la contaminación y pronto empezaremos a sufrir sus consecuencias. La burbuja es un método para evitarlo», añade, aunque él es una parte interesada. Cree que hay negocio en la necesidad de protección de la gente, en el miedo a la contaminación. Pero para ser un capricho sale demasiado cara: más de 7.000 euros. Y todavía no se entiende como una necesidad vital por la que gastar esa cantidad de dinero.
Puede que nunca se llegue considerar una necesidad. Pese a que algunos médicos insisten en concienciar a la población de la extraña paradoja de que respirar hoy no es bueno para la salud, la verdad es que tampoco se les hace mucho caso. La preocupación por el medio ambiente ha descendido en países como España. La crisis económica y algunas dudas sobre la cambio climático han terminado por cansar a la gente. Según una encuesta de «Nielsen Global Online Environmental Survey», en España solamente un 16% de la población considera el medio ambiente un problema y baja considerablemente el porcentaje de los que dicen estar concienciados con lo que representa el cambio climático.
Más vulnerables
«Pero sí que es grave para la salud el aire que respiramos –dice el doctor Ramón Fernández Álvarez, de SEPAR–. Está demostrado que afecta a la gente con enfermedades más graves y que los niños pequeños que pasan mucho tiempo fuera de casa son más vulnerables a ponerse enfermos. A largo plazo esto da lugar a enfermedades cardiovasculares, que es la primera razón de enfermedad en los países desarrollados. Y pese a que no es la causa principal, la contaminación es un factor que ayuda a provocarlas».
En China, donde se está llegando a un punto límite, se han tomado medidas. Aunque no han sido muy democráticas. «En las habitaciones y salas de reuniones, hasta en las piscinas y gimnasios, en todas partes, se instalaron los purificadores en Zhongnanhai», se leía en la web de Yuanda, que es una empresa de purificadores de aire. Y Zhongnanhai es un complejo de lujo de los altos dirigentes del partido comunista. La población ha descubierto que mientras ellos viven en medio de un «smog» peligroso, las élites políticas se mueven en un aire más puro. Viven mejor.
Protección individual
Se puede ir a lugares donde, al reducirse la velocidad de los coches ha mejorado el aire; o vivir lejos de las autopistas o proteger las escuelas, pero es imposible desaparecer. Para los alarmistas esto empieza a ser grave. Utilizan los purificadores, las burbujas, profilácticos. Una vida tapados, con miedo al contacto.
¿Es ése el futuro que nos espera? «Necesitamos una protección efectiva. Algunas teorías hablan de una dieta antioxidante, con muchas vitaminas E o C. Es muy difícil conseguir algo con los sistemas de protección individual. No suelen resultar muy eficaces. Lo más fácil para todos sería lograrlo de una concienciación colectiva», continúa el doctor Fernández. Es complicado, porque las preocupaciones de la gente son otras y prefieren la posible mala salud a estar encerrados en un burbuja.
Primero la película
Dice Xabi Trillo, de Bubble, que inspiró su burbuja en la película «El chico burbuja», en la que un niño, que debe de vivir encerrado en una. Sobreprotegido por su madre, busca el amor de una chica, pese a la dificultad de vivir en la burbuja. Trillo asegura que desde que vio la película se le metió en la cabeza la idea de las burbujas. «Igual que quieres agua buena, quieres aire puro», dice, vendiendo su negocio.
✕
Accede a tu cuenta para comentar