Crítica de libros
Marca negra
No es una marca blanca porque Batasuna ha tenido un especial empeño en decir que ese partido es Batasuna; o sea, en rentabilizar la marca negra de la casa, en vender su historia de sangre como el mejor producto comercial. No han condenado la violencia. La han rechazado de una vaporosa manera «como método político». Lo que ha hecho Batasuna, o sea ETA, es algo menos tranquilizador que la táctica del lobo de Caperucita. No está tratando de ocultar su rostro con el gorro de dormir de la abuela y con el embozo de las sábanas, sino mostrando ostentosamente los colmillos y diciendo que no son para morder. ¿Cómo van a condenar el millar de asesinatos de ETA si son su seña de identidad y si los están usando como propaganda, como señuelo y como valor electoral? Eso sería humillarse y de lo que se trata es de humillar a la democracia. Se trata de decirle a la clientela totalitaria: «Esto no es Aralar ni ninguna cursilada democrática. Éste es el partido de ETA. Si queréis más ETA, ya sabéis a quién tenéis que votar». Lo más insufrible es su chulería, su modo arrogante de refrotarnos el trámite formal de su pacifismo de pega como una amenaza. ¿Pero han visto ustedes sus rostros patibularios? Nunca un rechazo a la violencia fue tan temible. Han necesitado un cuarto de siglo para decir eso y decirlo de esa forma. Han necesitado del miedo a no colarse en unas elecciones. ¿Eso es un nuevo y positivo paso? Lo que de verdad es positivo y nuevo aquí no son esas caras de mala sombra sino, la «posibilidad» de quedarse fuera de todas las instituciones vascas.
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