Belfast
Comienza la «era Rory»
La exhibición de McIlroy provoca comparaciones con Woods y Nicklaus
BARCELONA- A los 18 meses de vida, Rory McIlroy ya jugaba con unos palos de golf y era capaz de darle a la bola. A los 16 años, había firmado 61 golpes en uno de los «links» más exigentes del mundo, Royal Portrush, durante el Abierto de Irlanda del Norte amateur. El domingo, recién cumplidos los 22 años, ganó su primer «grande», el US Open, y confirmó que es la mayor estrella del golf actual. Como dicen en Estados Unidos, ha comenzado la «era Rory».
La victoria de McIlroy no debe sorprender a nadie. En los últimos cuatro «grandes» ha liderado en algún momento el torneo. Lo que sucedió en Augusta, 80 golpes el domingo, fue un mero accidente. Los espectadores del Congressional Country Club así lo pudieron certificar al asistir a una de las mayores exhibiciones en la historia del golf. Hasta doce récords superó el norirlandés en su fulgurante paso por el campo de Bethesda. McIlroy, por ejemplo, ganó con un resultado final de -16, cuando nadie en 111 años de historia del torneo había logrado romper la barrera de -12.
La superioridad de McIlroy no ha tardado en despertar las comparaciones con los dos jugadores que más impacto han causado en el mundo del golf y que más «grandes» tienen: Jack Nicklaus y Tiger Woods. Si el «Tigre» creció soñando con emular alguna vez al «Oso Dorado», McIlroy lo hizo idolatrando a Woods desde su Holywood natal, en las afueras de Belfast. McIlroy emuló en Congressional las históricas exhibiciones de superioridad de Tiger en el Masters del 97 o en el mismo US Open de 2000, jugado en Pebble Beach. Allí, en la orilla del océano Pacífico, el «Tigre» no hizo tres putts en todo el torneo. McIlroy lo hizo sólo una vez, pero fue ya el domingo, cuando no se jugaba nada. A pesar de todo, son dos jugadores bien distintos. El norirlandés es lo que podemos llamar un «chico normal», que contrasta con la aureola de estrella que rodea al norteamericano. Los dos tienen un talento natural, pero, mientras Tiger es mucho más atlético y mecánico, McIlroy tiene un golf mucho más natural. Además, Woods vive al margen del público y del resto de jugadores. Viaja con un numeroso equipo de personas que hace imposible acercarse a él. Rory es todo lo contrario. En Congressional, salió a cenar las tres noches con su rival, íntimo amigo y defensor del título, Graeme McDowell. El domingo, celebró la victoria invitando a grandes dosis de cerveza a sus amigos. Es fanático del Manchester United y, a través de Twitter, demuestra cada día que tiene las mismas inquietudes que cualquier otro chaval de su edad. Por el contrario, Tiger siempre ha dado la sensación de estar por encima del bien y del mal.
La victoria del norirlandés no sólo confirma el buen momento del golf europeo –los cuatro primeros jugadores del ranking mundial son del Viejo Continente–, sino también el cambio de guardia al que estamos asistiendo. Los jóvenes se han hecho con las riendas, como confirma que los cuatro campeones de los «grandes» tienen menos de 30 años.
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