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Las muñecas de Famosa

La Razón
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Me cuentan que hace unos días, un grupo de niños que celebraba su Primera Comunión decidió hacer una pelota con los papeles que envolvían sus regalos (videoconsolas, relojes, iPads, iPhones, videocámaras, etc…) y se pusieran a jugar al futbol. No sé si es real o tiene su parte de ficción, pero no andará muy lejos de la realidad. No creo que nos resulte complicado rebuscar entre nuestros recuerdos y rememorar el juguete que cuando éramos pequeños se convirtió en fiel compañero, cuando no en objeto de culto y, casi siempre, de deseo. Una pelota, un tirachinas, un puzzle, una muñeca, un tren eléctrico, un castillo, un cinexin, y, si me descuido, una comba, una peonza o un hulahop. Esos juguetes, el tiempo que pasaron en nuestras manos descubriendo habilidades y fomentando la imaginación, y los amigos con los que compartimos juegos, conforman nuestra particular memoria histórica, ésa que siempre consigue dibujarnos una sonrisa en la boca. Son parte de nosotros mismos, de nuestra educación, de nuestra cultura y sobre ellos construimos sueños, metas y deseos sobre los que cimentamos nuestras vidas. No hay nada más triste, injusto y que provoque más impotencia que un niño sin juguete. Ahora quieren hacerlo «Bien de Interés Cultural», no sé si por interés económico o por pura ternura. La iniciativa no es nueva. Este cuento viene muy de lejos. Hace un año el PP presentó esta propuesta, pero fue rechazada por el PSOE. Las triquiñuelas políticas también llegan a los juguetes. Quizá por eso cada año resulta más difícil que las muñecas de Famosa se dirijan al portal. Inocentes, no saben que hay otros intereses que nada tienen que ver con la cultura o la infancia.