Escultura
Qué se esconde tras el telón de Heimo Zobernig
El Palacio de Velázquez acoge su primera retrospectiva
Su nombre tiene reminiscencias del norte frío de Europa, Heimo Zobernig se llama. Dicho sin más, nos puede dejar helados. Cosa bien distinta es acercarse a su obra y, como propone el artista, implicarse en su creación, algo que se ha convertido también en santo y seña en el Museo Reina Sofía, motor inagotable de exposiciones en el panorama de la cultura. Si el pasado 25 de octubre el centro presentaba una muestra sobre el arte latinoamericano de los 80, «Perder la forma humana», frente a la exuberancia del arte del trópico, las obras del artista austriaco, nacido en 1958 en Mauthen y de quien se presenta hoy su primera retrospectiva en nuestro país (la galerista Juana de Aizpuru ya ha expuesto su obra en Madrid en 1988 y en 2006), nos dan una de cal y otra de arena: junto a la frialdad un tanto áspera del cristal se suceden piezas en las que estallan los colores o predomina uno que domina la paleta.
Incluso alguna de las que se verán en Madrid tiene ecos universales (del icónico «Love» de Robert Indiana, de 1967, por ejemplo, obra pop reproducida hasta la saciedad incluso en sellos). Zobernig, así, experimenta, juega y deconstruye letras en un archicolorista acrílico sobre lienzo. Después se recluye en cuarteles minimalistas en su ansia experimentadora. El Palacio de Velázquez será el escenario que acoja la exposición de este artista multidisciplinar y que nos acercará a su laboratorio personal a través de cuarenta trabajos, entre pinturas, esculturas, vídeos e instalaciones realizados desde mediados de los años 80 hasta hoy. Con una trayectoria consolidada en los más importantes centros de Europa, y según palabras del comisario de esta exposición, lo que hace el artista es que «se apropia de las historias del arte para cuestionar sus relatos y reinterpretarlos con una economía de materiales y metodologías lúdica, mordaz y cautivadora».
La filosofía creadora de Zobernig es clara: el arte es la obra y lo que le rodea (ella y sus circunstancias, ¿les suena?), tan importante es la pieza como el lugar donde se coloca, el suelo en el que se asienta, la pared de la que cuelga, el entorno en el que se levanta. De ahí que la instalación que desde mañana se abre en el Palacio de Velázquez siga estos postulados.
Ver lo que no se ve
El artista transformará el espacio con una propuesta contundente que desafía la propia estructura del lugar, su arquitectura, con un telón teatral que funciona como un muro, que oculta y muestra al tiempo y que deja ver lo que habitualmente no está al alcance del ojo: andamios, embalajes, cajas. Zoberning ha propuesto una contundente intervención que modifica de manera sorprendente la experiencia del espacio de El Retiro al suprimir los tabiques y mantener solamente algunos muros temporales de la exposición anterior, que funcionan como parte de la obra. Conocedor de las posibilidades de la sala, lo explica así: «El Palacio es un todo en el que, debido a mi intervención, algunas partes se condensan y otras parecen hacerse más amplias. Con mi propuesta no deseo ocultar las cualidades arquitectónicas del edificio, sino proporcionar al visitante una nueva experiencia del espacio».
Dónde: Palacio de Velázquez. Parque del Retiro. Madrid.
Cuándo: hasta el 15 de abril.
Cuánto: entrada gratuita.
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