África

La Haya

Prisionero de guerra

Con la captura de Saif al Islam se derrumba la estirpe de los Gadafi. El último de los hijos en la clandestinidad del ex dictador libio fue detenido ayer en la región de Obari, a 800 kilómetros al sur de Trípoli, por una brigada de combatientes de la ciudad de Zintan. Acorralado, se entregó sin resistencia a los rebeldes. «La vida ha vuelto a la normalidad», dijo Bachir Thaelba, el comandante jefe de la brigada que llevó a cabo la operación. 

Saif en una de sus últimas apariciones
Saif en una de sus últimas aparicioneslarazon

El propio Saif, que en el momento de la detención vestía con ropas tradicionales, y llevaba varios dedos vendados, dijo a Reuters que se encontraba bien, y que fue herido en la mano «hace un mes» durante un ataque aéreo de la OTAN. La fecha coincide con el bombardeo de la Alianza Atlántica que impactó en la caravana de Gadafi cuando éste trataba de escapar de Sirte, el 20 de octubre. El destino o su destreza hizo que Saif al Islam pudiera escapar del cerco de los rebeldes y refugiarse en el interior del país.

Según el canal qatarí Al Jazeera, el hijo prófugo de Gadafi se encontraba en una zona montañosa del sur, rodeado por todos los flancos, cuando se entregó a los combatientes. Al parecer Saif al Islam pretendía refugiarse con varios de sus hombres en Níger cuando fue arrestado. Al difundirse la noticia, una turba exaltada irrumpió en la pista de aterrizaje de Zintan, tratando de abordar el avión donde, supuestamente, iba a ser trasladado a Trípoli. Igual que en otras ocasiones, la desinformación volvió ayer a envolver la captura y el futuro del hijo de Gadafi. El ministro de Justicia del Consejo Nacional de Transición libio (CNT), Mohamed al Alagui, aseguró ayer que el hijo del ex dictador libio permanecerá retenido en Zintan hasta que se forme el nuevo Gobierno libio. Todavía se desconoce si la milicia de Zintan reconoce al CNT y por lo tanto pondrá a Saif a disposición de las nuevas autoridades. Según uno de los dirigentes de la brigada rebelde que lo detuvo, Ali al Atiri, Al Islam les pidió que acabaran con su vida con un tiro en la cabeza.

A diferencia de su padre, que murió ejecutado a sangre fría, el destino del sucesor del sátrapa libio se decidirá en un tribunal. Lo que no está claro es si Saif al Islam será juzgado en Libia como prisionero de guerra o en La Haya. La Corte Penal Internacional emitió una orden de busca y captura por crímenes de lesa humanidad. Un dilema, que al parecer, se resolverá en unas semanas. El fiscal jefe de la CPI, Luis Moreno Ocampo, quiere viajar a Libia la próxima semana para definir el inmediato escenario. «Iré a Libia a discutir cómo manejaremos este asunto. Pero la noticia es que Saif comparecerá ante la justicia. Dónde y cómo, es lo que vamos a discutir», declaró Moreno Ocampo ante la Prensa.

En la misma línea, la UE instó ayer a las autoridades libias a garantizar que el hijo del coronel sea llevado ante la justicia después de su arresto, en completa cooperación con la CPI. La jefa de Política Exterior de la UE, Catherine Ashton, describió la detención como un «evento significativo» que ayudaría a la reconciliación nacional libia. Francia, que tomó la iniciativa a la hora de decidir la intervención militar en Libia, se sumó a esta petición.

Sin embargo, un sector del CNT quiere que Saif al Islam sea procesado en Libia. Tras anunciar la captura del hijo del ex dictador, el primer ministro interino, Abderrahim al Kib, declaró que «a pesar de que figura como uno de los símbolos del viejo régimen, será tratado como un prisionero de guerra». Asimismo, el ministro de Justicia libio, dijo que Al Islam «será presentado ante un tribunal libio y será juzgado en un proceso conforme a las normas jurídicas internacionales». La polémica muerte de Muamar Gadafi levantó muchas criticas internacionales, y ahora las autoridades libias están bajo presión para que el hijo del sátrapa libio no tenga el mismo bárbaro final que su padre.

Amnistía Internacional mostró ayer su inquietud e instó al CNT a hacerse responsables para prevenir que «sufra daños». Las calles de Trípoli, Bengasi o Misrata se llenaron de júbilo para celebrar la noticia. Las ciudades se inundaron de banderas libias y se pudo escuchar los disparos al aire como ocurría cuando conquistaban una nueva parte del territorio.
Con el arresto de Al Islam, la Libia libre entierra cuatro décadas de despotismo. Pero el futuro de la República Árabe Libia sigue siendo oscuro. Todos los escenarios son posibles, desde el caos, a otra guerra civil, o un cambio político hacia el islamismo radical que acabe con todos los ideales democráticos que en un principio inspiraron la revolución.