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El Consejo fulmina sin fisuras a Garzón

Le suspende por unanimidad tras abrirse juicio oral a raíz de su investigación al franquismo. Los vocales progresistas querían una votación secreta

El magistrado suspendido es aplaudido cuando abandonaba la Audiencia Nacional, poco después de conocer la decisión del CGPJ
El magistrado suspendido es aplaudido cuando abandonaba la Audiencia Nacional, poco después de conocer la decisión del CGPJlarazon

MADRID- No hubo lugar a la más mínima disidencia. 18 vocales y una opinón unánime: la apertura de juicio oral dictada por el magistrado del Tribunal Supremo Luciano Varela contra el juez Baltasar Garzón no dejaba otra opción que suspenderle cautelarmente hasta que, en su caso, se dicte una sentencia absolutoria tras el correspondiente juicio, o se decrete el sobreseimiento de la causa. Y así fue. Pero hasta llegar a ese momento hubo otros episodios.En primer lugar, se rechazaba , con la sola abstención de José Manuel Gómez Benítez, la recusación presentada por Baltasar Garzón contra la vocal Gema Gallego; e inmediatamente después se aceptaba por unanimidad la abstención de Gómez Benítez.Con Fernando de Rosa, vicepresidente del Consejo, Margarita Robles –se apartaron voluntariamente del asunto– y Gómez Benítez fuera del Pleno, comenzaba lo que se convirtió en una «lucha enconada» entre los dos sectores. Dos motivos llevaron a ese enfrentamiento, que ponían encima de la mesa la división existente: la insistente petición de que el Pleno analizase la solicitud de Garzón de que se le autorizara a irse en servicios especiales a la Corte Penal Internacional (CPI) y la forma en que se debía votar si se acordaba la suspensión del citado juez.Una de las primeras intervenciones fue la del vocal «progresista» Miguel Carmona, quien defendió que se entrase a debatir la solicitud de Garzón.

«Nos jugamos el prestigio»Dentro del debate se pronunciaron frases, procedentes de un vocal «progresista» en el sentido de «aquí no tiene que haber vencedores o vencidos», «nos jugamos el prestigio a nivel internacional», alusiones a la trascendencia de la decisión y a que desde todo el mundo se tenía puesto los ojos en el Consejo, según informaron a LA RAZÓN fuentes solventes.La réplica vino por parte de otros vocales del grupo «conservador», entre otros por Claro José Fernánez, hasta que el presidente, Carlos Dívar, zanjó el debate por lo sano y ordenó que se entrase en la cuestión por la que había sido convocado el Pleno: las consecuencias del auto de apertura de juicio oral dictado por el juez Varela.En ese momento, Miguel Carmona vuelve a tomar la palabra para pedir que la votación sobre si se suspende o no a Garzón se realice de forma secreta. El resultado no pudo ser más ajustado: Los ocho vocales «conservadores» y el presidente se opusieron a tal pretensión, mientras que ocho consejeros «progresistas» la avalaron y Almudena Lastra optó por abstenerse en esa cuestión. Este resultado obligaba a que de forma pública, a mano alzada, se conociese el criterio de cada uno de los 18 vocales sobre los efectos de la apertura de juicio oral. Entonces no hubo ya división alguna: todos respaldaron que no cabía otra opción que la suspensión. En ese momento, Garzón quedaba apartado cautelarmente de sus funciones. La duda surge sobre el resultado si la votación hubiese sido en un sobre cerrado. «La unanimidad habría sido más que improbable», dicen varios vocales.

Segundo fracaso «progresista»No acabó ahí el Pleno. Vuelve a plantearse la cuestión de que se aborde entonces la solicitud de Garzón de trasladarse a la CPI. En un principio, nueve vocales, entre ellos el presidente, avala esa petición procedente de las filas «progresistas», pero en el debate se recuerda por un vocal «conservador» que para incluir un nuevo punto en el orden del día se necesita la unanimidad de todos.Y tras varias intervenciones, la vocal Concepción Espejel dejó claro que se oponía expresamente a tal posibilidad, al esgrimir que necesitaba tiempo para estudiar toda la documentación y analizar si a un juez suspendido se le puede conceder una situación de servicios especiales. Gema Gallego se sumó a esa misma negativa. Ahí acabó la posibilidad de que el Pleno se pronunciara al respecto. Los vocales «progresistas» volvían a fracasar en su nueva iniciativa.

Los vocales, sin teléfonos móviles El presidente del Consejo, Carlos Dívar, ya lanzó el mensaje el día anterior: los vocales deben mantener el secreto de las deliberaciones, ya que estos debates deben producirse «en libertad», algo imposible «si hay filtraciones». Y ayer puso música a esa letra: solicitó a los consejeros que entrasen a la reunión sin sus teléfonos móviles, para evitar cualquier riesgo de filtración mientras se debatía la posible suspensión a Garzón. Es una cuestión llamativa al tratarse de la primera vez que se realiza una solicitud en este sentido a los consejeros. La petición causó sorpresa en más de un vocal.