Barcelona

Hordas de «believers» y unos pocos indignados en la Plaza de Cataluña

Apenas corrían las primeras horas de la mañana cuando un estruendo histérico ha paralizado la Plaza de Catalunya. No era un grito reivindicativo de la decena de indignados que han pasado la noche ahí y se desperezaban aún en sus sacos de dormir, sino una horda desatada de adolescentes seguidoras del cantante canadiense Justin Bieber que les han restado protagonismo.

Varias centenares de 'believers', como se autodenominan las fanáticas de la estrella juvenil, se amontonaban con sus característicos atuendos de color lila en el lateral del centro comercial Corte Inglés, en Ronda de Sant Pere. El mismo lugar que hace unas semanas era el epicentro convulso de la huelga general.

No es que el cantante hubiera decidido visitar la capital catalana, no. Simplemente, se ponía a la venta su perfume oficial y una masa de adolescentes hacía guardia para ser las primeras en hacerse con el producto.

Una guardia en toda regla, pues muchas pasaron toda la noche ahí. A las nueve de la mañana se acumulaban más de trescientas, la mayoría chicas, muchas con sus respectivas madres y padres. Algunos cariacontecidos, otros incluso más desatados que sus niñas, que abrazaban con amor a un Bieber de cartón a tamaño natural.

La imagen contrastaba con los pocos indignados del 15M que ayer se quedaron tras la asamblea en Plaza de Catalunya, ahora bautizada como el Foro de los Pueblos. La decena de valientes se acurrucaba en sus sacos de dormir, cobijados por mochilas y bolsas, mientras algún turista sorprendido inmortalizaba la estampa con su cámara.

El tórrido sol matinal obligaba a algunos a despegarse de sus improvisados lechos de césped. Los menos holgazanes, como Marcos, un madrileño con el símbolo del 15M tatuado en su brazo derecho, escuchaban cómo un chico creaba un 'rap' mezclando las frases plasmadas en los carteles y pancartas colocadas en la plaza.

La madre de una de una de las jóvenes fans de Justin Bieber los miraba de lejos. "Prefiero que sea 'believer' a que sea indignada, es más tranquilo", decía, mientras su hija golpeaba el escaparate del centro comercial a base de chillidos decibélicos en una vorágine hormonal contagiada. Rememorar cualquier holocausto 'zombie' cinematográfico se quedaba corto ante la escena.

A medida que a media mañana descendía el furor adolescente, las comisiones de indignados empezaban a hacer acto de presencia de forma paulatina. La primera y más madrugadora la comisión laboral, encabezada por la Plataforma de la Ciudad de la Justicia.

Fran, un treintañero psicólogo de Jaén, relataba cómo decidió que era el tiempo de actuar. "Hace un año estaba celebrando la victoria de mi equipo a pocos metros de los indignados en esta plaza y, entre cerveza y cerveza, solucionando los problemas del mundo en una conversación, me di cuenta que se tenía que hacer algo".

Enfundado en una camiseta granate, la del mismo color que sus compañeros de comisión, Fran deja de hablar de repente y gira su cabeza asustado. Un enorme grupo de 'believers' invadía el centro de Plaza Catalunya, con un cartel en el que se leía "Justin Fever".

Pocos minutos han durado, hasta que han decidido llevar sus cánticos a otro lugar. El mediodía llegaba y las comisiones ya trabajaban a destajo. Tacto, un artista urbano desgarbado, pintaba con rápidos movimientos de grafiti la pancarta de la manifestación que esta tarde recorrerá el centro de la ciudad.

Hasta que otro grito alocado ha vuelto a romper la calma. Esta vez, un grupo de hombres vestidos de blanco impoluto hacía aparición en escena. No eran 'believers', tampoco indignados, sino una despedida de soltero con el novio disfrazado de Mario Bros. Si la Plaza Catalunya pretendía ser una ágora de las voces más diversas, esta mañana alcanzó a serlo en toda regla.