Zaragoza
Caballé por fin es abuela: su nieta pesó 3800 g por Jesús Mariñas
No hubo necesidad de provocar el retrasado parto, fijado para el 24 de agosto. Monsita Martí al fin alumbró al primero de sus niños, fruto de la feliz relación que tiene con Daniel Faibella, empresario pop de Barcelona.Pesó 3.800 g y midió 53 cm, viene de gente y dinastía con gran figura.
La llamarán Daniela y suponé el debú de la diva en un personaje que ya bordó con sus hijos Bernabé y Monsita. María José Gallego, esposa de Josep Bros, me contó el sábado en la boda madrileña de Mariola Cantarero que «yo también me demoré, y mucho». Como esta vida ofrece estas sorpresas, a última hora del sábado el nacimiento coincidió, casi, con la apertura en Zaragoza del nuevo Concurso Montserrat Caballé, donde concurren 368 aspirantes al premio.
Y mientras Montse alumbraba a Daniela, Mariola Cantarero daba el «sí , quiero» a Julio Condal, hijo del jefe de seguridad del Real Madrid. Una ceremonia también vespertina en el corazón madrileño: en la iglesia de San Ginés. Cuatrocientos invitados que acabaron en El Faro de El Pardo en una cena servida por Bodegas Campos de Córdoba. Gentío llenando la céntrica calle Arenal hasta la que Mariola llegó en un Rolls blanco tras salir del Teatro Real, que por primera vez permitía un cortejo así. La cantante, que fue alumna predilecta de Kraus, lució un traje de Lorenzo Caprile de corpiño multifruncido con aire de corsé, del que sobresalían sus brazos desnudos. Una importante y voluminosa falda, como pañuelos de gasa en punta, le otorgaba movilidad. Un enorme velo, bordado a mano por la abuela del contrayente, hacía de mantilla y manto, buen soporte al moño alto de rizos acaracolados con aire novecientos.
Ante el entusiasmo por verla o intentar tocarla, Mariola se plantó al pie de los escalones de acceso al histórico centro. «Venga, venga –urgió ella acelerando el ingreso de los 400 invitados– no pienso moverme hasta que todos estéis sentados. Esto es como la ópera: no comienza hasta que se encuentren acomodados», bromeó rebosando simpatía acaso pensando en el Campoamor ovetense donde representa «El murciélago». «Me han dado permiso por un día, mañana canto de nuevo», me dijo ante una Carmen Tello con diez kilos menos tras seguir la dieta francesa que publicita Caritina Goyanes. Carmen parecía rejuvenecida bajo el raso gris plateado que se anudaba al busto con un lazo. Curro impactó con su presencia y luego –en la mesa compartida con Pedro Lavirgen, su esposa Paquita, Isabel Rey, el lanzado Ismael Jordi o Ana María Sánchez, realzada por Pronovias en organza gris perla y a punto de «Carmen»–, estuvo concluyente. Lavirgen llevó la voz cantante:«Curro, tú y Montserrat, con la que tanto canté, sois los mitos más grandes de España. Vienen, van y lo intentan, pero no hay manera de igualaros».
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