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La muerte digna por Paloma PEDRERO

La muerte digna, por Paloma PEDRERO
La muerte digna, por Paloma PEDREROlarazon

Gracias a la ciencia conocemos formas sofisticadas de luchar contra el dolor físico y psíquico, hasta contra el más radical. Gracias a la ética se han ido estudiando y creando nuevas fórmulas para paliar el sufrimiento de los que padecen enfermedades agudas, crónicas o terminales, que cursan con insufribles tormentos. También sé por experiencia lo que es el trayecto terminal de un cáncer, mi madre murió en el Servicio de Paliativos del Hospital Gregorio Marañón. Ella tuvo la gran suerte de ser respetada cuando expresó su voluntad de no seguir luchando. En las tres semanas que estuvo ingresada en ese Servicio contra el Dolor no sufrió ningún tormento físico; estuvo mimada, atendida y acompañada durante las veinticuatro horas del día. Mi madre tuvo una muerte digna. Como todos merecemos. Admirable es el trabajo del personal sanitario de estas unidades. Curar es algo bonito, todos lo sabemos, la respuesta a ese quehacer está llena de gratificaciones. El médico se alegra, el enfermo se alegra, los familiares se alegran. Todos se despiden contentos y agradecidos. Más difícil y encomiable es ayudar a morir, dedicar tus conocimientos a acompañar y aliviar el último tramo de los que no tienen cura; de esos que no van a salir caminando, que no van a volver a ver la calle ni van a regresar de visita cualquier día con una sonrisa o con un regalo. Mérito tiene que esas personas que han estudiado durante tantos años para sanar se percaten de cuánto les necesitan los que no tienen sanación, y decidan dedicar sus conocimientos a hacer menos trágico el final y dolorido camino de sus congéneres.
Los que hemos sufrido, o hemos visto sufrir insoportables dolores físicos sabemos que eso no nos hace mejores, no nos cura antes, no nos garantiza el cielo y tampoco nos alarga la vida. Soportar dolor desespera, debilita y derrumba. Hoy, en estos países desarrollados tenemos la suerte de tener las sustancias y las manos expertas para evitar el dolor físico. Hoy, que seguimos soportando los inexorables dolores de la vida, debemos ser profundamente benévolos con los que inevitablemente se van hacia la muerte.