Barcelona
El pop de los huesos rotos
El primer corte del nuevo disco de Fernando Alfaro (Surfin Bichos, Chucho) es como un gancho en el hígado. Deja seco a la primera escucha.
«Extintor de incendios» es un tema que ya había tocado en los últimos cinco años en conciertos, y que narra el despertar en primera persona de alguien que cree que va en un coche negro, pero pronto empieza a sospechar que viaja en su propio féretro. «Y eso que soy una persona claustrofóbica», asegura el músico, que llevaba un tiempo apartado de la primera línea. «Si no me hubiera roto el brazo a primeros del año pasado, y no me hubiera vuelto a pasar después de recuperarme, este disco no sería como es», dice un corredor de fondo del pop.
«La verdad es que todo me sobrevino en un momento en el que estaba siendo muy feliz, a los cuatro días de trasladarme a Barcelona, así que debe ser algo como un karma invertido. Y si me lo rompí dos veces, imagínate lo feliz que estaba siendo...», relata el músico, que ha contado con Raül Fernández «Refree» para la producción, un tipo que todo lo que toca últimamente (Nacho Vegas, Christina Rosenvinge) lo convierte en oro. Es un álbum con sonido de extremos, en el que las letras de Alfaro brillan.
Los descensos a los infiernos destacan el doble sobre los ritmos latinos juguetones o sobre una guitarra desnuda. «Quería potenciar mucho la voz, que suene arriba, que se escuche y que atrape». Es un disco con un tono confesional y sí, algo de autobiográfico. Pero lleno de intrigas como la del libreto del disco, en cuya portada aparece Alfaro en lo que parece una caída al vacío. Sin embargo, se descubre que está siendo absorbido por una especie de tornado. «Habían puesto una red, si, pero no para amortiguar la caída, sino para evitar que se escapara del infierno ahí abajo», dice la inscripción. «Me voy descubriendo con las canciones, preparándome para cosas más graves».
Pero no es un disco de desesperanza. Hay canciones como «Camisa hawaiana de fuerza», con ironía en primer plano. «Somos como una especie de inmenso océano, de mares de fondo incontrolables y... algún ‘‘tsunami''». En resumen, que si la vida es «estraña y rara», ¿es para bien? «Sin duda, yo me sorprendo cada mañana de las cosas que me pasan». Y de que los huesos duren.
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