Cataluña
Los vecinos de Ciutat Vella ven insuficiente la presión policial
BARCELONA- Se cumplen cien días del mandato de Trias en el Ayuntamiento de Barcelona. Garantizar la convivencia y la seguridad en el distrito de Ciutata Vella es una de las asignaturas prioritarias de la ciudad después de que los socialistas cedieran la vara de mando. Sin embargo, las actuaciones del nuevo gobierno para frenar los problemas de delincuencia, inseguridad, venta ambulante, prostitución y drogadicción que padece la zona no son todavía suficientes para los vecinos que, escépticos acogen con frialdad las nuevas medidas.
«Es cierto que entre semana y cada 30 minutos se ve pasar a una pareja de agentes, pero la inseguridad y los problemas que tenemos siguen siendo los de toda la vida», dice Jesús Losan, pintor que diariamente vende sus cuadros en la plaza del Pi. Losan vive en la calle Petrixol, donde la semana pasada se publicaron imágenes de prostitutas trabajando bajo los portales. «Aquí se ve de todo», señala hacia una esquina de la emblemática callejuela.
«Sigue todo igual que siempre, ni ha cambiado ni creo que cambie», dice sin esperanza Laia Mulero, que trabaja en la calle Portaferrissa. «Aunque se ven más policías sigue habiendo inseguridad y robos, como siempre», opinan las trabajadoras de una panadería en la calle Hospital, preocupadas por la situación que puede acarrear la crisis económica. «No quiero ni pensar cómo se puede poner esto», presagia.
A finales de julio, el nuevo gobierno municipal puso en marcha un plan de actuación estival en esta zona. Se multiplicaron los agentes cívicos y los refuerzos policiales con la incorporación de 70 nuevos agentes de la Guardia Urbana y de 10 agentes cívicos en los cuatro barrios del distrito: el Raval, Santa Caterina-La Ribera, el Gótic y la Barceloneta.
El vacío de los domingos
«Ahora se ve más Guardia Urbana, Mossos y agentes de paisano menos los domingos, cuando no hay ni uno patrullando por la zona, que encima está llena de turistas», lamenta José Moya, propietario de una floristería de La Rambla. «Las bandas de ladrones y vendedores ambulantes siguen actuando y hay peleas de trileros cada dos por tres», explica un matrimonio propietario de otra floristería.
Dos ancianas pasean con la compra hacia la Iglesia del Carme. «La calle Betlem da mucha pena, la gente hace sus necesidades enfrente de mi casa y vigila por donde pisas en la calle Xuclà que está llena de preservativos», dice Assumpció. «Hay los mismos robos, el mismo miedo e inseguridad, ni los políticos de antes, ni los de ahora, ni los que vendrán conseguirán arreglar esto», lamentan sin esperanza.
El peligro del cambio de turno
«La Rambla está llena de mafias que aprovechan para actuar cuando los agentes hacen el cambio de turno», dice una pareja que regenta una floristería y que no quiere dar su nombre por miedo a represalias. «Cuando se cometen más delitos es de 21.00 a 22.00 horas y de 8.00 a 9.00 de la mañana», especifican.
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