Acoso sexual
Juzgando que es delito
Mis queridos niños: en el comentario de hoy vamos a hablar de magistrados. De magistrados y de su concepto de la agresión a una mujer. Primero fueron los jueces del Tribunal Constitucional y al final se han sumado todos los iguales a esa opinión, todos los que están en alguna asociación que los representa o todos los que tienen portavocía mediá-tica: lesionar a una mujer no siempre tiene que ser considerado violencia de género. Bien. Para empezar, chiquillos, digamos que la profesión de juez es dificilísima. El derecho, para abrir boca, no es fácil, y ejercerlo, mucho menos. Llegar a magistrado cuesta horrores y eso lo saben todos los que tuvieron que penar durante muchos meses o años para conseguir aprobar la oposición, aunque ahora se trate de recortar el camino y que por méritos más o menos objetivos se pueda acceder al puesto sin prueba académica alguna. Ése es otro tema y no es el elegido para esta columnilla de tres al cuarto, como saben los fieles al detritus. Por concretar, y para ir al grano, a la que firma le parece tan complicada la cosa que se tuvo que dedicar a esto y mal, tal y como comprueban. Me admiran y me parecen admirables en su función, alejada absolutamente de mis posibilidades intelectuales. Pero una cosa es reconocer su valentía y otra estar de acuerdo porque sí o porque no se molesten. El Tribunal Constitucional dijo en sentencia el pasado mes de julio que lesionar a una mujer no siempre puede ser considerado violencia de género y aún estoy porque me expliquen qué clase de género es una mujer agredida. Los jueces, así en general, se han decantado por lo mismo, y prefieren que el mustio dado a una señora se enmarque dentro de las coordenadas de «desigualdad, dominación, sometimiento o subordinación». Si con eso lo que tratan de decir los especialistas es que también hay maltrato de las mujeres sobre los hombres, estaré de acuerdo de cabo a rabo, pero empezar a matizar sobre si una hostia es una agresión o lesión o toba o leche que se te escapa en un momento de nervios me parece peligrosísimo.
Y me llama la atención, sobre todo, que profesionales tan sumamente delicados y sensibles cuando son criticados no tengan ningún problema en discutir sobre estas cosas tan bestias y tan evidentes. Un pero a su función te puede costar una denuncia y una bofetada no. No entiendo nada.
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