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Fuenlabrada

El Madrid aplasta la rebelión

El Real Madrid supo mantener la calma para soportar 20 minutos casi perfectos del Fuenlabrada y arrancar la lucha por el título con una victoria. En las camisetas del equipo de Salva Maldonado hay un significativo lema «Imposible + por -». Pocas veces un eslogan fue tan atinado.

La Razón La Razón

La campaña del equipo del sur de Madrid es la más meritoria entre los supervivientes de la ACB. Antes de mitad de temporada, el equipo se vio obligado a vender a Batista al Baskonia para sobrevivir. Fueron capaces de reinventarse, aunque se quedaron fuera de la Copa. Luego sufrieron la espantada de su penúltimo descubrimiento, Biyombo. El africano huyó a Estados Unidos para disputar un partido entre jóvenes promesas «gracias» a sus ganas de darse a conocer en el mercado NBA. Un nuevo reajuste traumático con la temporada avanzada. Con todo eso, el Fuenlabrada se plantó en la Caja Mágica y miró de frente al Madrid.

Los dos primeros tiempos muertos de la serie los tuvo que pedir Molin. «Hay que parar a Kus ya» y «tenemos que subir el nivel defensivo» fueron los requerimientos del italiano a un equipo que llegó al «play-off» y se olvidó de trabajar atrás. Kus, un escolta croata que no es un prodigio de encestar, sumó 13 puntos en el primer cuarto. Su máxima anotación de la temporada son 16. Su equipo llegó a 27 durante el primer parcial (18-27). La desaparición de la desidia defensiva y la irrupción de Llull y Reyes permitieron al Real Madrid normalizar la situación. El escolta anotó 11 puntos casi consecutivos. El pívot se sumó al festival poco antes del descanso. Entre ambos acumularon 23 de los 28 puntos de su equipo en el cuarto y el Madrid sentó las bases para aplacar los ánimos fuenlabreños (48-46).

Molin pareció descubrir en los vestuarios la enorme superioridad física de su juego interior. Cuando Tomic y Reyes percutieron, el Madrid se disparó. Ayón se tuvo que ir al banquillo por faltas y el Fuenlabrada jugó muchos minutos sin pívots. Ante un equipo con cinco «bajitos» el Madrid vivió cómodo. Demasiado. Impidieron cualquier tiro fácil del rival y las diferencias se ampliaron a medida que se acercaba el final. Terminaron superando la veintena. Una cifra mucho más cercana a la realidad que lo que sucedió durante la meritoria primera parte fuenlabreña.