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Pasión por la ciencia por Ana PASTOR

Pasión por la ciencia, por Ana PASTOR
Pasión por la ciencia, por Ana PASTORlarazon

El doctor Santiago Grisolía ha dedicado y dedica su vida a la ciencia, compartiendo esta que ha sido y es su profesión y pasión con quien fue su maestro el profesor Severo Ochoa. Al finalizar su carrera de Medicina en Valencia, comienza su carrera académica y científica de la mano de Don Severo Ochoa en el campo de la Bioquímica y la Biología Molecular. Su carrera ha dado abundantes frutos. Su trabajo ha sido reconocido con múltiples galardones de academias de Medicina y Ciencias en España y en el mundo, el Premio Príncipe de Asturias de Investigación Científica y Técnica, y la pasada semana, la Medalla de Oro al Mérito en la Investigación y la Educación Universitaria.


Esta medalla es el reconocimiento a la labor de un científico que ha sabido transmitir a todos, con su ejemplo, no sólo conocimientos, sino la pasión por la ciencia y el valor fundamental que se le debe dar en la sociedad; la excelencia científica y el impulso y apoyo a la labor de nuestros científicos en todos los campos de la ciencia, siendo el alma de los Premios Rey Jaime I. Es también el reconocimiento al hombre cercano, afable, trabajador incansable, al que es capaz de reunir a una buena parte de los Nobel de todos los campos de la ciencia, en su tierra, en Valencia, para no sólo premiar la excelencia científica de nuestros hombres y mujeres, sino decirle al mundo que en España «inventamos nosotros».


Lo que le ha hecho excepcional no son sólo sus importantes aportaciones a la ciencia, que también, sino algo más difícil de encontrar: es la pasión por lo que hace, por lo que, junto a su familia, le ha permitido continuar con su intensa actividad intelectual desde la Fundación Premios Rey Jaime I. Como ha dicho en alguna ocasión: «La vida es como montar en bicicleta, como te pares...». Mi agradecimiento más sincero, por su ejemplo humano, profesional, y por su contribución a que nuestra ciencia y nuestros científicos ocupen el lugar que les corresponde en la sociedad y en el mundo científico. Le he escuchado también decir: «La España de hoy y la que yo conocí en mi juventud son bien diferentes...». Muchas gracias, don Santiago, por su inestimable contribución para conseguirlo.