Barcelona
La sociovergencia regresa a Moncloa
Mas apoyará al PSOE tras las generales si es la lista más votada y Zapatero no repite como candidato
MADRID- Por fin. Ahora sí. El presidente del Ejecutivo verá cumplido esta Navidad uno de sus sueños políticos más anhelados de sus dos mandatos. Cinco años después de intentarlo por primera vez, el PSC le ha regalado el presente que tanto tiempo ha esperado: un acuerdo con CiU o lo que es lo mismo, la sociovergencia. Para ofrecerle este obsequio, previamente ha sido necesario que el tripartito pierda el Govern y que José Montilla, primer secretario del PSC, anuncie su retirada de la vida política catalana. Es decir, ha sido precisa una auténtica revolución en el Palau de la Generalitat, con cambio de inquilino incluido.
Pero esta alianza entre los socialistas catalanes y los nacionalistas no es flor de un día. Desde Ferraz, cuartel general del PSOE en Madrid, se ha ido forjado mes tras mes. El Gobierno, principal interesado en este pacto, ha contribuido decisivamente a la consecución del mismo. Amén de que Artur Mas no estaba dispuesto a tropezar con la misma piedra que su antecesor y maestro. «La alianza estratégica de Jordi Pujol con el PP en Madrid y en Barcelona colocó directamente a CiU en la oposición en el Parlament», recuerda un insigne dirigente de la federación catalana.
Lección aprendida
Mas debía atraerse al PSC y convertirse en el 129 president de la Generalitat con su visto bueno, en forma de abstención. Por eso los nacionalistas, con la lección aprendida, en ningún momento barajaron con «un mínimo de rigor y seriedad» en los últimos meses un acuerdo con la formación política liderada por Alicia Sánchez Camacho. Al final, la conjunción de intereses de CiU y PSC posibilitó que Mas y Montilla sellaran este jueves con un apretón de manos la investidura del primero, después de siete años de recrear mentalmente sin éxito esta escena.
En esa jornada, más de un dirigente socialista se anticipó a la Nochebuena y descorchó «una ampolla» de cava para brindar por la esperada sociovergencia. La realidad es que este acuerdo permite al PSOE mirar con mayor tranquilidad, no sólo su futuro parlamentario, sino también el que se abre tras las elecciones generales de marzo de 2012.
Hasta la fecha, José Luis Rodríguez Zapatero ha gobernado gracias a su ya famosa «geometría variable», que no le ha fallado ni siquiera en los momentos más difíciles y delicados. Sin embargo, en los últimos meses sus endebles alianzas le han dado más de un susto, especialmente a la hora de sacar adelante los planes de ajustes, impuestos por Bruselas para combatir la crisis y convencer a los mercados de la fortaleza de la economía española.
Los diez escaños de CiU en el Congreso de los Diputados sumados a los 169 del PSOE dan al Gobierno un holgado colchón sin precedentes en estas dos legislaturas. Si a esos 179 votos se añaden los seis del PNV, Zapatero podrá concluir esta legislatura hasta 2012 con una comodidad impensada hasta ahora.
Balón de oxígeno
Y es que el acuerdo del PSC con CiU en Barcelona tendrá su fiel reflejo en Madrid, aseguran a LA RAZÓN fuentes del Gobierno y de los nacionalistas catalanes. Este regalo navideño supone un auténtico balón de oxígeno para Zapatero. Llega en un momento de notorio desgaste del Gobierno, como reconoce un alto cargo de su Gabinete. «No hace falta realizar encuestas para saber que el Ejecutivo está desgastado», advierte este insigne y destacado miembro del Gobierno.
Ahora bien, Mas tiene claro que este balón de oxígeno será transitorio y no permanente, comentan en CiU. El nuevo Molt Honorable no olvida ni perdona la «traición» del presidente. «No olvida ni perdona cómo jugó con su buena voluntad» aquella fría noche de enero de 2006. En esa jornada, llegaron a un pacto de caballeros por el que Zapatero se comprometió a obligar a Maragall a un adelanto electoral y a que gobernara en Cataluña la lista más votada. A cambio, Mas bendijo la reforma del Estatut, que Zapatero, en pleno «proceso de paz», pretendía exportar a Euskadi. Cinco años después, el líder catalán sigue sin olvidar y perdonar.
Por eso ha impuesto dos requisitos al PSOE si quiere que éste le apoye tras las generales. Para empezar, los socialistas deben conseguir ser la lista más votada en las urnas. Para seguir, el candidato a La Moncloa tiene que ser otro diferente al actual presidente, con quien Mas no ha vuelto a hablar en los últimos años. El PSOE cumplirá, con toda seguridad, este último requisito al haber decidido Zapatero no concurrir por tercera vez a los comicios.
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