Europa

Campaña electoral

Arruinada y en ridículo

La Razón
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Así es como ha dejado a España el Gobierno socialista. Lo absurdo es que no se hayan marchado ya. Por sí mismos, por las buenas. Fracasaron, pues que se vayan.
Ciertamente, gobernar no es fácil en estos tiempos, en que los gobiernos están sometidos a un escrutinio diario y en que todos piden más. Y un gobierno, sobre todo si es socialista, ofrece y da más y más. Subvenciona a todos sus amigos, hasta a los sindicalistas argentinos y sus colegas españoles (cien millones de euros últimamente, leo) y a la Alianza de Civilizaciones, qué más puedo decir. Cosas sin interés para nosotros, sin duda de interés para ellos, aunque sea sólo porque dan una satisfacción a sus amigos.
Bueno, ésto los socialistas y sus aliados, pero a veces los gobiernos conservadores les siguen para no quedarse atrás haciendo favores.
Pero hoy la economía es una ciencia que todo gobierno debe conocer y manejar. El Presidente será más o menos técnico, pero ahí están los ministros del ramo. En nuestro caso, todos los que eran competentes o se han largado o han sido defenestrados, las dos horas en que Jordi Sevilla iba a instruir en economía al presidente, se quedaron cortas. Sólo ha quedado para dar la cara Elena Salgado y alguno más. No dudo de que hacen lo que pueden. No es bastante, con un error que viene de antiguo. Hay que impedir que los interesados y los ignorantes tengan acceso a esas subvenciones.
Porque, después de todo, la cosa no es tan complicada. Un Estado, como cualquier organismo o cualquier particular, no puede gastar indefinidamente más de lo que ingresa. Créditos, préstamos y demás pueden salvar un bache, no son el centro del sistema, dejando que paguen nuestros hijos o nietos o... O nadie. ¿Pedir prestado? Estamos en manos de los usureros, cuanto más desprotegida ven a su víctima, más aprietan. Y de las ayudas internacionales a las que mendigamos, nos convertimos en sus esclavos. En realidad, lo somos ya: nos protegen y nos quitan libertad.
Todo esto es absolutamente claro, es increíble que el Gobierno socialista haya convertido un recurso de emergencia en la norma habitual. Es increíble que el presidente haya seguido sonriendo, «tranquilizando», cumpliendo órdenes demasiado tarde. Es increíble que el partido socialista, con pocas excepciones, haya apoyado todo esto, con su palabra o su silencio. Que no se escurran ahora echándole la culpa toda al presidente. Es una culpa compartida.
Claro que no estamos solos, les ocurre a varias naciones: es un riesgo terrible, acabarán tuteladas bajo dictaduras inapelables. Es triste que en esto acaben, por pecados propio, las democracias. Por no tener valor para cortar el chorro y decir «no».
En resumen: estamos a merced de cualquiera, en ridículo y arruinados. Echan una paletada nueva a nuestra mala imagen en el extranjero, de la que estábamos saliendo. Esto empezó con la primera gran campaña internacional de desprestigio, la primera de las que hubo desde que se inventó la imprenta y alguien descubrió su poder. Y ahora hay recursos más sofisticados.
Ya saben, según esos señores nuestra historia consistía en asesinar moros, protestantes e indios, no habíamos descubierto América (habría sido América la que nos descubrió), la Edad Media había sido, hasta que todo lo estropeamos, un abrazo entre musulmanes y cristianos. «Todos somos andaluces» habría dicho Boabdil. Muchos progres españoles, ignorantes ellos, lo repitieron. Y a más de palabras había hechos, el ataque a nuestro comercio por mar y tierra.
Ésta es la famosa leyenda negra. Lean sobre ella el libro de Joseph Pérez. Lo peor es la desmoralización nacional que trajo consigo desde que muchos españoles se la creyeron. Ahora nos estábamos recuperando, pisábamos fuerte en varios terrenos. Iba pasando el desconocimiento internacional que yo llegué a conocerlo cuando en los foros internacionales nos miraban con sospecha e ignorancia.
Éramos los descendientes de aquellos desalmados, además éramos fascistas y encima pobres. Y no sabían nada de nosotros. A mí un suizo me preguntaba si en España había cerveza, un belga me echaba en cara al duque de Alba, nos discriminaban en los Congresos porque hablábamos mal inglés. De que a nosotros nos debía Europa, el haber alejado de ella a los musulmanes o el haberla, nosotros y los portugueses, ampliado con América, nada. De lo que España y el español significaban en la cultura mundial, nada tampoco. Y muchos españoles se abochornaban, vivían (y algunos siguen) en un lamentable complejo de inferioridad.
Éramos, parecía, una nación seria ¡y sin dinero, como ahora, no se es serio, parece! Hasta nos perdonaban la cantidad de incultos que lanzamos como turistas a Europa, al menos les llevan dinero (bueno, tampoco ellos tienen nada que envidiarnos). Por causa de este Gobierno de ideales y tics desfasados, lamentables, que hasta pacta con ETA a través de sus títeres.
Cierto que muchos españoles, los más, los que podemos, seguimos con nuestro trabajo de siempre. Pensamos que ya pasará esta horrible racha, que de ese trabajo nuestro algo quedará para el futuro.