Cuba

Cuando EE UU tuvo su izquierda por César Vidal

Desde el siglo XVIII, la vida política de Estados Unidos ha estado marcada por dos partidos encuadrados en la derecha. Pero en 1912 la izquierda tuvo su oportunidad

Protesta de trabajadores del USW, el sindicato más importante de la industria en Estados Unidos
Protesta de trabajadores del USW, el sindicato más importante de la industria en Estados Unidoslarazon

La vida política norteamericana ha estado siempre vinculada a la derecha. A finales del XVIII, el enfrentamiento se producía entre el Partido Federalista –que confesaba su apego a las élites y al poder federal sobre el de los estados– y el Demócrata, fundado por Thomas Jefferson, que apelaba al «hombre corriente» y a la resistencia frente a los grandes grupos de poder. En ambos casos, se insistía en la importancia de la propiedad privada y en el respeto por valores como el trabajo o el ahorro.

A inicios del siglo XIX, la situación evolucionó con el enfrentamiento entre el Partido Whig, un trasunto de los liberales ingleses, y el Demócrata, que derivó hacia el populismo, aunque no dejó de existir un sistema bipartidista. En vísperas de la guerra civil y con problemas de especial envergadura como la esclavitud y la posibilidad de secesión de los estados del sur, el Partido Whig se desplomó, siendo sustituido por un partido de nuevo cuño denominado Republicano. Éste fue capaz en un tiempo récord de llevar a Abraham Lincoln hasta la Casa Blanca y, a partir de ese momento, se convirtió en la segunda pata de un taburete electoral inamovible. Republicanos y Demócratas fueron alternándose en el poder tras la guerra civil hasta que, a inicios del siglo XX, el sistema parecía agotado. Por un lado, se había ido produciendo una creciente conflictividad social que afectó, primero, a los agricultores –que llegaron a crear el Partido Populista– y después, a los obreros de la industria. Por otro, las reformas realizadas por los demócratas a inicios del siglo XX fueron insuficientes para contrarrestar el malestar de los trabajadores.

Así llegó a 1912, cuando, además de los partidos Republicano y Demócrata, se sumaron a la pugna electoral un Partido Socialista y otro denominado Progresista. El Partido Socialista, muy tardío como en España, se apoyaba en la figura de Eugene Debs. Originalmente reformista, Debs había pasado al socialismo gracias a las lecturas. Debs era un socialista clásico, se apoyaba en un sindicato con fuerza creciente conocido como los IWW y esperaba el fin del capitalismo. Su peso era creciente en las grandes urbes, pero menor que el del Partido Progresista.

De manera bien significativa, el Partido Progresista estaba dirigido por Theodore Roosevelt. Héroe de la guerra de Cuba, gran explorador y antiguo presidente, Roosevelt había llegado a la conclusión de que el sistema se vería abocado a una gravísima crisis si no adoptaba una serie de reformas de carácter social relacionadas con el mundo del trabajo. La enorme popularidad de Roosevelt convirtió las elecciones de 1912 en un evento sin precedentes.

El propio partido demócrata se vio obligado a nominar como candidato a Woodrow Wilson, que contaba con un pasado de reformador al frente del gobierno de Nueva Jersey y había sido presidente de la Universidad de Princeton. Wilson adoptó una plataforma de corte reformista que apelaba a los trabajadores, a los desposeídos y a los marginados.


La guerra acabó con ellos
Los resultados electorales fueron reveladores. El Partido Socialista obtuvo casi un millón de votos. Sin embargo, el Partido Progresista logró ochenta y ocho compromisarios frente a los ocho de un Partido Republicano que había nominado a William Howard Taft y que sufrió la peor derrota de su historia.

Wilson se alzó así con la victoria, alcanzando 435 compromisarios. En el curso de los años siguientes, el Partido Progresista desapareció y el Partido Socialista continuó una línea ascendente. Al fin y a la postre, la sociedad cambiaría al entrar Estados Unidos en la Primera Guerra Mundial. Semejante paso llevó a la cárcel a los que se oponían al esfuerzo bélico –como Eugene Debs– y borró del mapa a la izquierda en términos electorales. Por otro lado, permitió la recuperación de los republicanos. Desde entonces, ha pasado un siglo y la división electoral en dos partidos no ha variado.