Betis
Lobos de Cañada Real por Antonio PÉREZ HENARES
Me acerqué a «Cañada Real», en Peralejo, cerca de El Escorial. Fui de lobos, allí vive la manada que ha protagonizado la película «Entrelobos». Fui con un equipo de Telemadrid para hablar de mi libro «La mirada del lobo» y nada mejor para entenderla que sentirla en uno mismo. Pepe, su cuidador, llama a la manada, todos acuden a su voz. Lug, el dominante; Furco, el segundo, cede sitio y Ossian se incorpora y también bajan de la roca los pequeños. Los machos adultos comienzan a hacer oír su voz , cada uno la suya hasta que por encima se eleva la de Lug y todo el espacio se estremece. Los jóvenes no acaban de arrancar todavía en el aullido de la especie. El coro se entrelaza, la manada se junta, se apiña.
Es cuando Pepe me invita, «¿Quieres entrar al vallado?». Nunca me hubiera atrevido a pedirlo, pero estoy deseando. No tengo miedo pero sí una emoción intensa. «Te saludarán, es lo primero que harán. Seguro que Furco antes que ninguno, luego vendrá Lug. Los otros no se atreverán». Viene Furco nada más atravesar la puerta, se levanta sobre sus patas traseras y me lame la cara, el lobo me saluda y se restriega, pero aún busca más; viene el gran lobo, saluda a su líder humano y luego viene hacia mí. Paso mi mano por su cabeza y hay algo que me impacta. En su cabeza triangular de predador poderoso el arco cigótico es enorme, es el triple que el de nuestros perros. Allí decimos los cazadores que están los instintos de caza. Vamos a salir, pero antes Pepe marca su supremacía. Con un gesto enérgico y rápido levanta el cuerpo de Lug del suelo y lo suspende en el aire. El lobo se inmoviliza. «Es definitivo, se siente indefenso, hay que dejarles claro quién manda».
Nos vamos. Nevará mañana. Los lobos jugarán con los copos, se revolcarán en la nieve. «A la luna no la aúllan, pero a la nieve la aman». Son hijos del Ártico.
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