Río de Janeiro
«Hespérides»: Laboratorio del cambio climático
El proyecto evaluará durante siete meses el impacto de este fenómeno sobre el océano y explorará la biodiversidad que atesora
En este momento, un megalaboratorio de estudios biológicos y ambientales está cruzando el Atlántico. En sus instalaciones viaja un grupo de científicos, militares y técnicos dispuestos a analizar el impacto del cambio climático sobre la biodiversidad de las aguas. Es el «BIO Hespérides», el buque oceanográfico de 82,5 metros de eslora operado por el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), que el pasado miércoles partió de Cádiz para iniciar así una aventura sin precedentes en España: la expedición Malaspina 2010. «Vamos a dar la vuelta al mundo, pero también, en cierto modo, a la oceanografía española, generando una nueva cultura de cooperación y unión de fuerzas. Es un proyecto ambicioso, de dimensión global, que atiende a dos necesidades importantes: evaluar el impacto del cambio global sobre el océano y explorar ese ecosistema aún tan desconocido que es el océano profundo», ha declarado Carlos Duarte, el oceanógrafo del CSIC que coordina la expedición.
En total se van a invertir 6 millones de euros en esta misión científica liderada por el CSIC, en la que también participan los ministerios de Ciencia y de Defensa, con el apoyo económico de la Fundación BBVA. Además del «Hespérides», otro buque oceanográfico con la consideración de Gran Instalación Científica, el «Sarmiento de Gamboa», explorará los secretos del mar hasta completar esta misión que tendrá ocupados a 400 científicos, de los cuales 250 son españoles durante nueve meses. Entre las 16 instituciones extranjeras que se han sumado a alguna fase del proyecto se encuentran la NASA, la Agencia Espacial Europea (ESA) y las universidades de California, Río de Janeiro, Washington y Viena.
Lo realmente único de esta campaña reside en que es la primera de este tipo sobre cambio climático en España. Debe su nombre a Alejandro Malaspina, el capitán italiano que a finales del siglo XIII inauguró la historia de las expediciones científicas españolas de circunnavegación, con dos fragatas, «Descubierta» y «Atrevida», que zarparon desde Cádiz hacia América y Asia el 30 de julio de 1789. Aquella misión duró cinco años durante los cuales ambos barcos llevaron a cabo una valiosa labor científica recogiendo y analizando miles de especies vegetales y animales.
Dos siglos de misiones
En 2010 se cumplen 200 años de la oscura muerte de Malaspina, denostado a su vuelta a España, encarcelado y expulsado a Italia debido a las intrigas políticas de Godoy, que le puso en contra del rey Carlos IV. Ahora, dos siglos después de aquella aventura, de nuevo los gaditanos han visto alejarse del mismo puerto otra embarcación científica, el «Hespérides», que llegará a Río de Janeiro dentro de un mes.
Pero la expedición no acaba ahí. Ésta es sólo la primera etapa de un largo viaje que durará siete meses. Tras recalar en la «Ciudad Maravillosa», el buque continuará su periplo hacia Punta Arenas, Ushuaia, Ciudad del Cabo, Perth, Sidney, Honolulú, Panamá, Cartagena de Indias y, finalmente, volverá a su punto de partida. En cada parada, además de renovarse parte del personal científico de a bordo, se realizarán actos y conferencias para dar a conocer las consecuencias del cambio global y la importancia de la investigación marina.
Dentro del «Hespérides» conviven los miembros de una tripulación peculiar que trabajarán codo con codo durante un mes, hasta su llegada a Río de Janeiro. Por un lado está una treintena de investigadores de ocho disciplinas, pertenecientes a diversas instituciones científicas, como el CSIC, el Instituto Español de Oceanografía y varias universidades españolas y extranjeras. Por otra parte, 57 miembros de la Armada Española a las órdenes del comandante Juan Antonio Aguilar llevarán el barco a buen puerto. Este equipo mixto de personal civil y militar se rige por estrictas directrices de comportamiento a bordo que todos los miembros deben cumplir a rajatabla por razones de convivencia y seguridad. «En el buque se opera con grúas y grandes pesos como el de la roseta, que puede alcanzar 1.200 kg cuando sube con agua», explica Duarte.
Este pesado artefacto llamado roseta es un aparato de recolección de muestras marinas capaz de llegar a 4.000 metros de profundidad y recoger pequeñas pero valiosas porciones de la riqueza oceánica. El sistema consiste en un enorme cilindro metálico con 24 botellas en su perímetro. Durante la campaña, la roseta bajará 70 veces en puntos del océano nunca antes explorados. Se abrirán así nuevos capítulos para el gran libro de la biodiversidad marina, en el que aún queda mucho por escribir. Especialmente, sobre su interior más lejano: a partir de los mil metros se sabe muy poco de su riqueza. Por eso la principal misión de Malaspina 2010 es obtener 70.000 muestras de aire, agua y plancton, tanto en superficie como en profundidad, para recolectar nuevas especies y evaluar el impacto del cambio climático en la biodiversidad del océano.
Se harán medidas de temperatura, salinidad y concentración de nutrientes en las distintas zonas oceánicas, se estudiará el intercambio de gases entre océano y atmósfera, el destino del CO2 absorbido por el mar, la influencia de las sustancias químicas en el océano y su posible toxicidad. Con todo ello, los científicos pretenden elaborar una colección de datos de genes de los fondos marinos que servirá a las siguientes generaciones para seguir investigando. Según Duarte, al ritmo usual de descripción de nuevas especies, harían falta entre trescientos y mil años para completar este catálogo, pero las técnicas que incorpora el «Hespérides» en Malaspina 2010, como la roseta, permiten ir mucho más deprisa: las decenas de litros de agua del océano profundo que se recojan con este artefacto contendrán millones de microorganismos de los que extraer información sobre el ecosistema más grande y desconocido del planeta.
Para conocer las experiencias de los científicos a bordo del «Hespérides» conéctese a: www.antena3.com
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