Hollywood
Desmontando a Bogart
Su imagen de tipo duro cautivó a los mejores directores de Hollywood, y sus personajes se convirtieron en un género cinematográfico en sí mismo. Sin embargo, Bogart era detrás de la gran pantalla un hombre muy alejado del héroe que conocemos.
Cuando Raymond Chandler imaginó a Philip Marlowe diciendo «tranquílicese, no abofeteo muy bien a estas horas de la noche», tenía en mente a un hombre como él. «Bogart no necesita una pistola para parecer un tipo duro», aseguró el escritor al enterarse de que encarnaría a su detective en la adaptación de «El sueño eterno». La magnífica maquinaria publicitaria de la época dorada de Hollywood estaba en marcha y dispuesta a dejar en herencia al imaginario colectivo una ristra de leyendas que aumentaban, si cabe, el atractivo de sus protagonistas.
El público, deseoso de experimentar el sueño americano aunque fuera en carne ajena, consumía con fruición toda clase de anécdotas en las que la verdad importaba mucho menos que el morbo. Bogie, como lo llamaban sus amigos, no escapó a esta mitificación, y nunca pudo estar a la altura de la imagen del hombre duro, frío, serio y arrogante, aunque bondadoso en el fondo, que construyeron para él. Kanfer, que trabajó durante 20 años como crítico de cine de la revista «Time», desmonta en «Bogart» muchas leyendas que formaron la aureola de héroe con la que se le recuerda. La famosa cicatriz de su labio superior es un ejemplo: los publicistas de la época difundieron la versión de que los disparos de un submarino impactaron en su rostro mientras pilotaba un barco. En realidad, le encargaron vigilar a un preso durante un trayecto en tren y, al ofrecerle fuego para fumar, le golpeó con las esposas y escapó.
Su supuesta profesionalidad también queda en tela de juicio. De carácter inestable, Bogart no sólo se dedicaba a beber durante las noches: en una obra en Broadway «apareció en escena con los ojos vidriosos y oliendo a alcohol; intentó recordar sus diálogos, pero tenía la mente en blanco y se apoyó contra la pared para recobrar la serenidad. Su compañera se vio obligada a improvisar un monólogo», cuenta el biógrafo.
Traición a sus amigos
Su actuación durante la «caza de brujas» del senador McCarthy se pareció poco a la del defensor de la libertad que caracterizaba al Rick de «Casablanca». En un principio se unió a otros actores para protestar en Washington por las investigaciones que el Comité de Actividades Antiamericanas hacía en Hollywood, pero, tras recibir presiones, acabó por desligarse de este movimiento. Precisamente fue Paul Henreid (que encarnó a Victor Laszlo en «Casablanca») el que explicó la «traición» de Bogart: «Intentó retractarse de lo que había dicho y hecho. "No sabía que la gente con la que estaba simpatizaba con el comunismo", dijo a los periodistas. Me pareció una forma de traición y supuso el fin de nuestra amistad», aseguró Henreid.
Kanfer también se ocupa de la vida sentimental del actor, marcada por relaciones turbulentas con sus primeras tres esposas, hasta que encontró la calma con Lauren Bacall. No se detiene el autor en detalles sórdidos, aunque tampoco encontraremos en «Bogart» una literatura más compleja que la del propio lenguaje periodístico. El autor analiza al personaje desde tres puntos de vista: la crítica de cine, el desarrollo de la edad dorada de Hollywood y el contexto histórico marcado por dos guerras mundiales. La documentación, profusa y contrastada, destaca por la inclusión de textos de la época. Sin embargo, las anécdotas triviales se intercalan con los acontecimientos importantes de su vida y de la de la sociedad de su tiempo de forma algo desequilibrada. Quizá Bogart no sea simplemente un tipo duro detrás de una perenne bocanada de humo, pero, desde luego, es algo más que un vago traidor borracho y mujeriego.
Sobre el autor. Ex crítico de cine de la revista «Time», donde trabajó durante 20 años, Stefan Kanfer es también autor de las biografías de Lucille Ball y Marlon Brando. Continúa colaborando con prestigiosas revistas de cine. Ideal para...: cinéfilos apasionados de la vida de los protagonistas de la edad de oro de Hollywood, en la que Bogart tuvo un papel destacado con su esposa, Lauren Bacall, junto a los amigos de la pareja. Además, aporta una perspectiva muy amplia del desarrollo histórico tanto en Hollywood como en el mundo durante esta época. Un defecto: El estilo, excesivamente plano, desaprovecha el potencial de una personalidad como la de Bogart, repleta de luces y sombras, que podría haber dado lugar a un texto más lírico. Una virtud: La cantidad de datos y anécdotas que incluye la narración, además de su calidad documental contrastada gracias a la cita de autores y bibliografía. Puntuación 7
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