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Cuando no significa sí por Lucas Haurie

La Razón
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Cuentan quienes vivieron la epopeya de Maradona en el Mundial de México que por la extrema superstición de Carlos Bilardo, el mejor entrenador que ha alumbrado el fútbol, a medida que se ganaban partidos se iban incorporando al orden del día episodios acontecidos en encuentros anteriores. La mañana de la final, aquello era una coreografía imposible: había quien debía cantar una determinada canción, el otro ponerse los calzoncillos que no había lavado en un mes, el de más allá afeitarse a la misma hora que antes de la semifinal, todos se sentaban a la mesa sin variar ni un sitio… Es seguro que el talento de Diego y la sapiencia del «Narigón» tuvieron más influencia en la victoria que todos estos conjuros, pero nunca se sabe. En LA RAZÓN, vamos a repetir la jugada.

Hace dos años, en vísperas de la Eurocopa, el que suscribe estaba convencido de que era imposible que el abuelo Luis y los pequeñajos que se llevaba a Austria ganasen. Así lo expuse, con evidente poco tino, en una página idéntica a ésta. A ver si tenemos la misma suerte. España no va a ganar el Mundial ni en pedo. Antes se lo llevan para las Antípodas los neozelandeses, a quienes bastaría alinear al menos fornido de sus All Blacks para provocar un ataque de pánico entre la futbolera competencia; o se queda la copa en Suráfrica, gracias a la acreditada experiencia de Mandela (léase «El factor humano», de John Carlin) en cabildear con las federaciones internacionales. El caso es que se me ocurren 31 motivos poderosos, tantos como rivales tenemos, por los que la selección volverá, como siempre, con el rabo entre las piernas.