Cádiz

De aquellos polvos

La Razón
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«Cada vez que digo que soy creyente, surge algún intransigente…». Así comienza una comparsa de Cádiz su actuación en este pasado Carnaval cuyo vÍdeo me ha mandado mi tío Eduardo. Viene muy bien este ejemplo para reseñar un acontecimiento que ha revuelto el mundo universitario, en especia el de mi vetusta Universidad Complutense de Madrid, donde jamás, en la época de la dictadura, con condiciones mucho más duras que las actuales, nadie cometió semejante infamia.

Ciencia y conciencia

Unos «valientes» asaltaron la capilla universitaria del campus de Somosaguas, se desnudaron en su interior y adujeron como motivo principal de su «hazaña» que eran gays y lesbianas. Estoy esperando una airada reacción de Leire Pajín y, sobre todo, del concejal Zerolo para reprobar semejante barbaridad, pues estoy convencido de que la condición de homosexualidad no va unida a la intolerancia, la censura y la estupidez. Estoy convencido de que a muchos homosexuales creyentes les habrá molestado, lo mismo que a muchísima gente, que aduzcan su condición sexual para legitimar un acto que no tendría razón de ser lo hiciera quien lo hiciera.

Pero rectores como el tal Berzosa (me resisto a ponerle delante «señor») nos avergüenzan a todos los que pertenecemos al mundo de la Universidad, en la que tratamos de inculcar a nuestros alumnos, además de ciencia, una conciencia tolerante e inteligente. Universidad, reza el Covarrubias, «vale comunidad de gentes y cosas», y la quinta acepción del DRAE la equipara a «universalidad». Cuando un rector olvida estos orígenes se convierte en un sectario, da cobijo en sus instalaciones a actos inefables de apoyo a sus amiguetes y enturbia con su actitud unas elecciones a nuevo rector… recoge estos lodos.