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Los hombres duros también lloran
Que iba a ganar Vladimir Putin las elecciones era sabido en toda Rusia, hasta por el todavía primer ministro ruso. La gran sorpresa de la jornada electoral fue la lágrima que recorrió la mejilla derecha del líder de Rusia Unida mientras se dirigía triunfal a su electorado para anunciarles la victoria. Extraña que un ex agente de la KGB, ataviado con un abrigo negro, pueda recurrir a tal manifestación de los sentimientos. Sobre todo porque durante los últimos años el ex presidente –y futuro presidente– de Rusia se ha encargado de fomentar una imagen de tipo duro a la altura de cualquier protagonista del cine de acción. Putin es un experto en artes marciales: controla el judo, el kárate y el sambo (un sistema de defensa personal de la URSS). Muchos pusieron en entredicho que a los 57 años pudiera ser cinturón negro de judo, por lo que un año después no dudó en hacer una demostración pública. Aprovechó la inauguración de un centro de deportes para mostrar ante la televisión su capacidad para subirse a sus oponentes a la espalda para después tumbarlos. Una situación parecida a la que el domingo vivieron sus rivales políticos. Putin también ha mostrado imágenes disparando dardos a una ballena desde un bote con el mar picado, montando en un coche de Fórmula-1, pescando en el Volga, cazando osos a pecho descubierto y hasta buceando en el mar Negro, donde se sumergió hacia un yacimiento arqueológico y volvió a la superficie con dos vasijas. A la última Concentración Internacional de Moteros de Crimea, llegó, saludando, en su propia moto y sin casco. Incluso reconoció en febrero de 2011 que no sabía patinar, pero ya en noviembre jugó un partido de Hockey contra las leyendas de este deporte sobre hielo. Putin rezuma testosterona, por lo que, durante la celebración el domingo en la sede del partido en Moscú, un hombre le preguntó: «Pero, ¿eran de verdad las lágrimas?». «Bueno, sí, eran reales, pero causadas por el viento», le contestó Putin.
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