Novela

Y apareció la mujer rubia por José Aguado

La Razón
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La tragedia del «Costa Concordia» se está convirtiendo en una novela negra a la que sólo le falta un detective privado duro, pero sensible, que vaya tirando del hilo. Tenemos al héroe, un comisario herido en una pierna, que se queda en el barco hasta que tiene que ser rescatado; tenemos al malo, muy malo, sin matices, un capitán muy preocupado por su aspecto y algo arrogante, que huye con otros compañeros en cuanto se acerca el peligro. Y por fin ha aparecido la chica, que cenaba con el capitán y dormía, como poco, cerca de él. Aún se tiene que resolver el misterio de qué hacía en el barco.

Domnica Cemortan es, además, una mujer con acento del Este, moldava, cuyo pasado está por desvelarse, que ha salido de la nada o es traductora o es, el no va más, bailarina. Y defiende contra todos al capitán.

Si esto fuese una novela, no habría que investigar más sobre qué pasó y quiénes son los responsables. Porque ella, Domnica, es rubia y nosotros, que hemos leído a Raymond Chandler, sabemos que las rubias siempre son culpables.