Acabó la gloria

Hubo un tiempo en el que el Deportivo fue apellidado equipo ascensor. Eran los años en que subía y bajaba y en medio era subcampeón de Liga con la delantera bautizada como «orquesta Canaro». La gloria le llegó en los años en que el club gozó de economía extraordinaria y contrató jugadores extranjeros como Mauro Silva y Bebeto. Y en ese tiempo llegó la jornada final y el Valencia empató y le regaló la Liga al Barça de Johan Cruyff, equipo que vivió tres campañas seguidas de aportaciones externas y dos de ellas por derrotas del Madrid ante el Tenerife, entrenado por Jorge Valdano y Ángel Cappa.

El Dépor gozó de la simpatía de miles de aficionados españoles por competir con los grandes. Ganó Copa y Liga y estuvo en la élite europea. Inesperadamente, el club comenzó a disponer de menos medios económicos. El presidente nunca quiso dar a conocer el nombre de sus accionistas, decisión que estaba penada por la Liga de Fútbol Profesional, que nunca le aplicó el reglamento que lo habría descendido a Segunda.

Ahora ha sido el fútbol el que lo ha mandado a la categoría del infierno y de la que es difícil salir. Para ello necesitará equipo capaz de competir en Primera. La tristeza por lo sucedido dejó un mal sabor de boca en quienes vimos las imágenes de Riazor. Hubo solidaridad general, aunque, por los resultados, los que se salvaron tuvieron más derecho que el Dépor a mantenerse. Pero fue desgracia que dolió a miles de aficionados. El Valencia no celebró el triunfo. Era de mal gusto.