Londres

La época de los abonos

La Razón
La RazónLa Razón

Aunque cualquier buen gestor debería saber que sus abonados son algo que hay que cuidar y mimar no siempre sucede así. Tenemos ejemplos de ello en nuestra reciente historia musical. ¿Qué sucedió con los abonados y la caja del Teatro de la Zarzuela o la Orquesta Nacional cuando un incompetente Ministerio de Cultura decidió suprimir los abonos tradicionales y abrirlos a nuevos públicos? Que se tardó mucho tiempo en la recuperación. Esto de los «nuevos públicos» es palabrería tras la cual se cometen errores imperdonables.
¿Cuál es la razón por la que los abonados siguen pagando año tras año por espectáculos que no les interesan? Simplemente porque vienen dentro de un paquete al que no quieren renunciar por miedo a quedarse sin entradas para aquello que desean ver o porque tienen la esperanza puesta en mejores años venideros. Sucede con los abonos en España algo parecido a lo que con los pisos: no se quiere el alquiler sino la propiedad. Bien lo saben algunos de nuestros gestores cuando estiran la cuerda introduciendo citas pianísticas en ciclos de grandes orquestas, pero a ninguno de ellos se le ocurriría que el programa de uno de uno de esos recitales «piratas» lo tocase un desconocido con repertorio del siglo XXI, porque saben que la cuerda puede romperse. Hay que tener cuidado.
El riesgo es que el abonado eche cuentas si ve que en la taquilla siempre hay entradas para todo, piense que no tiene por qué pagar por cosas incluidas a las que no quiere asistir y decida olvidarse de permanencias y acudir a la ventanilla sólo para lo que desee, en la fecha que le venga bien y no en la que le corresponda por un abono. Máxime si con lo que ahorra puede airearse por París o Londres un par de fines de semana. El efecto se retroalimenta: cuantos más abonados se dan de baja, más entradas hay en taquilla y, por tanto, más posibilidades de nuevas bajas.
Por estas fechas se abre el periodo de renovaciones y, este año muy especialmente, ante una gran incertidumbre ya que el abonado se lo va a pensar más que nunca. La oferta puede ser excelente, pero el bolsillo se resiente. Suerte a las entidades y que cada cual acierte en su decisión.