Nueva York
Obama y Merkel ponen en evidencia las políticas anticrisis de Zapatero
El Gobierno español desprecia el plan americano y ahora prefiere su «estrategiade austeridad».
Frente a las políticas de recorte y aumento de la presión fiscal, el presidente de Estados Unidos, Barack Obama, anunció ayer un ambicioso plan para revitalizar el tejido productivo estadounidense, un paquete de medidas que le ayudará a recuperar popularidad tras los últimos datos negativos sobre la marcha de la primera economía mundial.
Según el avance filtrado ayer por la Casa Blanca (mañana Obama presentará el conjunto de programas de su plan en Cleveland), la Administración demócrata pretende materializar un plan de inversión en infraestructuras de casi 39.000 millones de euros (50.000 millones de dólares) para crear empleo en todos los estados. Esta inversión permitirá construir 241.401 kilómetros de carreteras, 6.437 de ferrocarril y cerca de 300 kilómetros de pistas aeroportuarias, además de un nuevo sistema NextGen que mejorará el control de salidas y aterrizajes y contribuirá a reducir los tiempos de espera.
Además, también contempla el establecimiento de un «Banco de Infraestructuras» que gestione las inversiones públicas en infraestructuras y que se ocupe de las grandes obras regionales o nacionales. La propuesta forma parte de una serie de iniciativas que el presidente presentará para apoyar la recuperación económica y asegurar un crecimiento sostenible a largo plazo.
Según los últimos datos facilitados por el Gobierno, el Producto Interior Bruto (PIB) creció entre abril y junio a una tasa anualizada del 1,6%, ocho décimas menos que lo que se había calculado inicialmente.
El presidente ya ha pedido al Congreso que apruebe pronto un proyecto de ley que facilite créditos para las empresas pequeñas y que extienda los recortes de impuestos para la clase media, como una manera de impulsar la recuperación. Entre las medidas que anunciará se incluyen rebajas de impuestos para la clase media y las pymes, beneficios fiscales para las empresas de I+D, energías renovables e infraestructuras que permitan dar un impulso a la creación de empleo.
Por su parte, frente a la política de cierres de nucleares impulsada por el Gobierno español, con las consecuencias estratégicas y económicas que ello conlleva para el sector energético y los consumidores, la canciller alemana, Angela Merkel, calificó ayer de «revolución» la decisión de su Gobierno de alargar la vida de las centrales nucleares para garantizar el suministro eléctrico, reducir las emisiones de CO2 y facilitar el desarrollo de las energías renovables.
Alemania contará en las próximas décadas «con el suministro eléctrico más eficiente y ecológico del mundo», dijo Merkel en una breve intervención ante los medios en la Cancillería Federal, en la que subrayó que el fin último «es alcanzar lo antes posible la era de las energías alternativas».
En la madrugada del domingo al lunes, el tripartito que forma la coalición que dirige Merkel acordó prolongar la vida de las 17 centrales nucleares alemanas una media de 12 años como parte de su nuevo concepto energético para el país a medio y largo plazo. El compromiso contempla que las plantas atómicas construidas a partir de 1980 puedan prolongar su vida hasta 14 años, mientras las más antiguas tendrán una actividad añadida de ocho años.
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