Cine
El internado más frío del mundo
«La isla de los olvidados» está basada en hechos reales ocurridos en los fiordos
El cine de internados ha dado ya para un subgénero abultado en número, aunque con resultados desiguales. La Isla de Bastoy en el Fiordo noruego era en 1915 un correccional juvenil en que, además de un aislamiento geográfico brutal, sus reclusos vivían sometidos a trabajos forzados y otros maltratos. La única posibilidad de esquivarlos era huir. «Era realmente muy difícil escapar de la isla, pero, incluso si los muchachos lograban llegar al otro lado del fiordo, los agricultores y otras personas reconocían los uniformes, y llamaban a la Policía», declara su director, Marius Holst.
Actores no profesionales
Como ven, el escenario y las circunstancias no pueden ser más cinematográficos, y tratándose de cine nórdico, adivinarán también que el filme no carece de crudeza. Su creador, que ha recogido unos cuantos premios por este su tercer trabajo, asegura que oyó hablar de este internado infernal cuando conoció a alguien que había pasado allí desde los seis a los quince años. Evidentemente, la tragedia era sólo cuestión de tiempo: «Estuve investigando en los archivos del centro y traté de leer entrelíneas lo que ocurrió. Los menores estaban a completa merced de los adultos», razona el director. «Había trabajado con actores no profesionales antes, pero nunca en unas condiciones como éstas, pues la mayor parte de las secuencias se rodaron al aire libre con temperaturas extremas, lo que acabó haciendo el rodaje agotador», recuerda. No se trata de un capricho de autor, Holst consideraba fundamental transmitir esa sensación para lograr el clima adecuado de la historia: «Era un lugar, física y mentalmente, frío donde los chicos tuvieron que luchar por su individualidad. Rodamos a finales de otoño y principios de invierno. En esta temporada, sabíamos que íbamos a encontrar luz difusa y colores fríos. Primero parece una película en blanco y negro, pero, con la sangre, van añadiéndose colores que no eran visibles antes. Tienen la finalidad de expresar la resistencia y la ira».
Aun así el realizador subraya que ha ocultado debileradamente los momentos más crudos de violencia: «Es una historia atemporal, que habla de represión y deseo de libertad. Podría ocurrir en cualquier parte del mundo».
No puede precisar qué porcentaje de hechos son realidad y cuáles fueron ideados para el guión, pero sí que todas las situaciones, más allá de los detalles, se vivieron allí dentro.
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