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Renania por Cástor Díaz Barrado

La Razón
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Las cosas no van bien en Europa. Día tras día parece que va empeorando la situación económica, por lo menos en buena parte de la Unión Europea, y se advierten, además, indicios de desánimo en la ciudadanía y de cierto deterioro político. Grecia se debate, con las dificultades añadidas a la hora de formar un Gobierno estable y comprometido con la causa europea, entre mantenerse o no dentro de la zona euro y se enfrenta a la manera más adecuada para combatir su profunda crisis económica y social. «Los mercados» lo perciben. España e Italia, a pesar de las continuas y profundas reformas que se están llevando a cabo, no encuentran el modo de que sus economías se acomoden en el escenario del plan de estabilidad fiscal y financiera. Francia comienza una nueva era, aún por desvelar, en todas sus dimensiones con el triunfo de François Hollande; y los políticos alemanes que están en el poder comienzan a sentir los efectos de la crisis como se ha expresado en las últimas elecciones. Renania es un símbolo de que las cosas están cambiando o van a cambiar. Los criterios de austeridad son necesarios para reactivar la economía en Europa y para introducir elementos de disciplina que algunos países habían perdido en los últimos años. Pero, sobre todo, Alemania debe comprender que hay que realizar esfuerzos conjuntos y no sólo unilaterales. Como lo ha dicho el ministro español de Economía, ahora le toca actuar a Europa. El crecimiento económico comienza a ser muy necesario y, también, plantar cara a los «mercados» como unidad y demostrar que Europa está unida. Es la hora de Europa y no de sus estados miembros. «Los mercados» deben percibirlo. Si no se hace así, poco a poco se irán desgajando del euro y del proyecto europeo algunos de los estados de la Unión. No sólo están en peligro la economía y el bienestar en los estados del sur de Europa, sino que está en juego la integración política y económica que se ha ido forjando en los últimos años y que ha sido un ejemplo para el conjunto de la comunidad internacional. Alemania debe recapacitar y actuar, con la colaboración, sobre todo, de Francia, para instaurar los eurobonos y demostrar que la Unión Europea es fuerte no sólo en términos económicos sino, también, como actor político. Más aún, ahora se necesita una fuerte dosis de ilusión que debe trasmitirse a los ciudadanos europeos. De hacerlo así, Renania sería el triunfo de Europa. Nadie habría perdido, entonces, en las elecciones en Renania del Norte.