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Mesas electorales por Fernando Vilches

La Razón
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Ya ha empezado la campaña electoral. Cuando llegan unas elecciones se requiere la presencia de bastantes ciudadanos en las mesas electorales para ejercer las labores democráticas de presidente y vocales. Ello conlleva (no se olvide que este verbo en español significa «sufrir») que una serie de personas tengan que presentarse en los distintos colegios electorales a las ocho de la mañana y que permanezcan allí sin moverse hasta pasadas las doce de la noche, hora en que termina el escrutinio, si no se ha producido ninguna incidencia que atrase el recuento de votos. A nadie parece que se le ha ocurrido que es un momento ad hoc para echar una mano a tantas familias como hay en el paro en España (se estima que una enorme cantidad de ellas tiene a todos sus miembros sin trabajo) y propiciar una norma legal que dé prioridad a los parados para formar parte de esas mesas electorales. Las dietas de ese día (creo que unos 60 euros) no arreglarían, por supuesto, el problema, pero –al menos– sí permitirían unos ingresos pequeños a esas familias, y estoy seguro de que lo aceptarían de buena gana. Ese dinero que hay que gastar necesariamente ayudaría, por una parte, a que alguna familia ingresara algo de líquido en sus maltrechas economías y evitaría, por otra, el malestar que causa a muchos ciudadanos que, al día siguiente, y por fortuna, tienen que madrugar para ir al trabajo. Lo mismo les podríamos proponer a los partidos: que lleven como apoderados a las mesas a aquellos afiliados que estén en paro y que los candidatos y dirigentes donen para esa causa un 10% de su primer sueldo para compensarlos por el esfuerzo. Sería también una idea que considerar para los jurados populares.