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Ilusión (vana) Lucas Haurie

La Razón
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Tomando a los niños como indefensa excusa, los adultos celebraron ayer una procesión laica o vagamente basada en la tradición bíblica. Muy al sevillano modo porque la etiqueta no prescribe antifaz y los centenares de figurantes (figurones) pueden desfilar a rostro descubierto en esta hortera orgía consumista con la que se clausura la Navidad. Como austeridad obliga, el Ayuntamiento sólo (¡!) ha previsto para hoy una docena larga de secuelas en los diversos barrios. Es, de momento, una parte de la red clientelar que tejió Monteseirín en los cuatro confines del municipio la que hereda el PP. Hay legislatura de sobra para reconstruirla por completo y no alberguen ninguna duda de que llegando enero de 2015, no habrá distrito en la ciudad con menos de dos cabalgatas el día de la Epifanía. Se evoca constantemente, en estas fechas, la ilusión infantil para urdir una perversa trampa conceptual. El término latino «illudere» se puede traducir como «aparentar» o «engañar» y los críos son «ilusionados» (engañados) por sus mayores, que los educan en la falsa opulencia. Un porcentaje enorme de la frustración en masa generada por esta crisis se debe a la desmesura y a la santificación de la fiebre del oro. Estamos tiesos pero seguimos alimentando al monstruo.