Barcelona
España se anima
«Pocoyó» o «Lola &Virginia» son un ejemplo claro de cómo la creatividad «made in Spain» puede competir con las todopoderosas industria estadounidense y japonesa de la animación.
Sin embargo, estas series son tan sólo la punta del iceberg de una industria que factura al año más de 60 millones de euros y que se encuentra entre las punteras del mundo. España es el tercer productor europeo de contenidos dirigidos al público infantil y juvenil, tan sólo por detrás de Francia y Reino Unido, y el séptimo a nivel mundial. La industria de los dibujos animados en España ha vivido una auténtiva revolución en los últimos años. María Doolan, directora del Departamento de Marcas y Desarrollo de Negocio de Zinkia (productora de «Pocoyó») destaca la modernización experimentada por el sector, especialmente en los últimos ocho años.
«España ha pasado de ser un país en el que se subcontrataba el trabajo, a convertirse en un centro creativo muy importante». Para el director general de Imira Entertaiment (creadora de «Sandra, detective de cuentos» y «Lola & Virginia»), Sergi Reitg, es destacable la enorme calidad de los dibujos españoles, pese a las dificultades que encuentran desde punto de vista de la financiación. Y es que el presupuesto de una serie animada es muy alto, ya que se mueve entre los 4 y 8 millones de euros. Reitg explica que el mercado español es muy peculiar porque apenas recibe inversiones públicas, por lo que empresas como la suya deben acudir a fuentes privadas o a televisiones extranjeras para obtener recursos.
Falta de ayudas
La inversión estatal en animación en España asciende a 4,5 millones de euros anuales, frente los 68 de Francia o los 23 de Italia. «Nos hemos especializarnos mucho en el mercado internacional porque, aunque cada vez el espacio de animación es más amplio, la falta de ayudas hace que el mercado español no sea suficiente para cubrir los costes de producción», explica Reitg. Por este motivo, la Federación Española de Productoras de Animación (DIBOOS) negocia con TVE para que la cadena pública adquiera un compromiso estable y cumpla la ley audiovisual, que establece que el 0,75% de los ingresos de la corporación deben ir destinados a financiar documentales y animación.
En esta necesidad de fondos también hace hincapié Doolan. «En España hay pocos recursos para financiar nuestros proyectos. Por eso, tenemos que hacer productos muy creativos que, además, nos permitan obtener ingresos a través del merchandising y de la venta de licencias». Además de la financiación, la industria nacional del dibujo animado tiene que enfrentarse a una dura competencia, especialmente de EE UU. Las grandes productoras americanas no sólo realizan series, sino que además tienen sus propios canales de televisión, cuyas parrillas rellenan con sus productos. Por ello, desde la patronal de los productores se están haciendo grandes esfuerzos para que los canales cumplan las cuotas de producción europea.
«Para tener alguna posibilidad de competir, hemos de hacer producciones muy buenas», asevera Reitg. Ése es el caso de «Lucky Fred», el último proyecto de Imira. Se tratra de una serie que se ha prevendido a 150 países, y en la que participa RAI, TF 1, Televisión de Cataluña, Nickelodeon y la propia Disney. De hecho la producción, en la que colaboran los guionistas americanos de «Phineas and Ferb» y cuya acción discurre en la ciudad de Barcelona, se lanzará el próximo mes diciembre a todo el mundo, incluido EE UU, a través de Disney Channel.
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