Historia

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No fue la grava sino la riada por José Clemente

La Razón
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Cuando las imágenes se congelan en el hipocampo a fuerza de repetirlas para identificar más tarde los hechos o fenómenos que nos suceden estamos ante lo que vulgarmente llamamos «cliché», que no es más que un modo o sistema abreviado de almacenar imágenes, escenas, frases o actos que han perdido su connotación original por un exceso de familiaridad o uso, para adaptarse a la nueva identidad que cada uno le conceda como referencia en el momento de su evocación. Así, cuando hablamos del terremoto de Lorca la imagen estereotipada que sale de nuestra memoria es la caída del campanario de San Diego, como una de las consecuencias de los seísmos que tuvieron lugar el 11 de mayo de 2011. Del mismo modo, recordaremos la riada del pasado 28 de septiembre con esa otra imagen plástica del derrumbe del puente de la A-7 con una furgoneta blanca en lo poco que aún quedaba de él, y que acabó siendo finalmente arrastrada por las aguas embravecidas. Pero también recordaremos que la culpa de todo ello la tuvo una empresa que extrajo arena y grava de donde no debía y por encima de lo permitido. Pues bien, nada de esto último parece atenerse a lo que dicen los expertos en la materia. La CHS autorizó esas extracciones de arena en 2007, por cierto y para información de el «Tiritas», con la anuencia de un señor de su partido que era el mandamás de la época. Pero se demostró entonces y lo dice el Colegio de Ingenieros ahora, como lo dijo hace poco Fomento, nunca debido a la grava extraída, que se repuso para evitar males mayores. Y ya puestos permítaseme un consejo, que el «Tiritas» deje de remover la mierda y haga algo por su pueblo, siquiera algo, hombre.