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Cosmética capilar aliada del pelo sano
Champús y otros productos capilares no tienen por qué estropear el cabello, si se emplean bien. Los tintes no permanentes no son dañinos, pero pueden producir alergias
El cuerpo y el rostro no son el único patrimonio del mundo de la cosmética. Ahora hay que añadir el cabello como un nuevo atributo estético, hasta el punto de que no es de extrañar que se apliquen casi la misma cantidad de productos en él como en el rostro. Un cabello cuidado no sólo le confiere un aspecto actractivo, sino también de salud. Sin embargo, hábitos como los tintes, determinados cosméticos e, incluso, el lavado y el secado pueden dañarlo de forma considerable.
Lavarse el pelo es un acto, generalmente, cotidiano y diario. Su protagonista es el champú. Un cosmético cuya misión no es otra que no dañarlo. Sin embargo, existen una serie de mitos sobre su uso que, en palabras del doctor José Carlos Moreno, jefe de Servicio del Hospital Reina Sofía de Córdoba y miembro de la Academia Española de Dermatología y Venerología, conviene aclarar. «El cabello puede lavarse a diario, pero siempre y cuando se emplee un champú adecuado. Este producto no hace ni que el pelo crezca ni se caiga. No es un tratamiento de la alopecia y es falsa la creencia que hace que algunas personas retrasen el lavado e, incluso, le tengan pánico. El cabello que está enfermo y cae al lavarlo, también lo haría al peinarlo o con el simple roce de la almohada».
A la hora de lavarlo, especialmente en personas con pelo largo es importante, según Moreno, «realizarlo en sentido vertical y no acumularlo en la parte alta de la cabeza y crear un enredo permanente imposible de solucionar como no sea el corte». Después, continúa el experto, «debe enjuagarse muy bien con agua abundante, si se desea puede aplicarse un acondicionador, peinar con un peine de púas anchas que ayude a desenredar y después secar». Pese a que parezca algo simple, el secado es una maniobra delicada. Lo aconsejable «es hacerlo con toalla o dejarlo secar de forma espontánea. Los secadores son poco aconsejables, aunque a veces necesarios. De usarlos debe hacerse a temperatura baja y con una gran difusión. Si empleamos temperatura elevada y lo concentramos en un punto determinado haremos que el "pelo hierva"es el llamado pelo en burbuja que acabará rompiéndose. El uso de pinzas calientes o planchas son poco recomendables. Desde la Antigüedad se conoce la alopecia por pinzas calientes, hasta hace poco exclusiva de la raza negra en su deseo de desrizar el cabello», matiza Moreno. Conviene aclarar que los sérums o sprays antitérmicos que preservan el pelo de los efectos del secador y la plancha, «protegen de forma muy limitada», añade el especialista.
Forma y movimiento
El cabello es una de las zonas que mayor disconformidad genera. Las rubias quieren ser morenas y viceversa. Para satisfacer los gustos de las mujeres y de algún que otro hombre, los tintes se han posicionado como la alternativa más rápida para cambiar de imagen. Sin embargo, Moreno advierte de que «en el caso de los temporales, los que desaparecen con el lavado no son dañinos pero pueden producir cuadros indeseables cutáneos como eczema, urticaria o respiratorios como asma».
A la hora de modificar la forma del cabello, existen dos prácticas habituales: el marcado y la permanente. La diferencia reside en que mientras el marcado es reversible, la permanente no lo es. Según Moreno, esta última crea daño estructurales en la queratina del pelo. La permanente siempre la deben realizar los expertos, ya que en manos inadecuadas puede determinar daños irreversibles que no se solucionan hasta que aperezca un pelo nuevo». Se ha especulado mucho sobre si el uso de lacas o gominas dañan el pelo. Moreno asegura que «no son perjudiciales, como tampoco lo son el uso de sombreros, o casco».
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