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Lidó Rico: «Vivimos envueltos por coberturas que nos visten de miedo y temor»

Los que se animen a visitar la instalación que Lidó Rico (Yecla, 1968) presenta en la Fundación José García Jiménez (hasta el próximo 9 de octubre) bajo el título «Cobertura de ánimas» y dentro del programa Off PAC «Hibridación y mestizaje», intentando encontrar de nuevo algún resquicio de sus famosos «sumergidos», en los que el creador ponía su cuerpo al límite, introduciendo partes del mismo en recipientes llenos de escayola para la consecución de sus piezas escultóricas, no verán nada de eso. Al contrario, el artista yeclano da un paso más y regresa con un trabajo más introspectivo y personal.

Lidó Rico: «Vivimos envueltos por coberturas que nos visten de miedo y temor»
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-¿Hacia que derroteros está derivando su obra?
-Hacia un trabajo más hermético, conceptual e intimista. Estoy dejando de utilizar el cuerpo, algo que antes hacía para tomar conciencia de la propia vida. Me siento feliz con esta evolución, pero mantengo que lo importante es que la pieza te sorprenda. Mi filosofía consiste en conseguir lo máximo de la reducción más absoluta. También me interesa no acabar nunca una obra, porque eso creo que es un error. Ésta tiene que seguir siempre viva.

- «Cobertura de ánimas» envuelve y a la vez inquieta, ¿vivimos revestidos de coberturas de temor?
-Exacto. Vivimos envueltos por coberturas que nos visten de miedo y temor. El mirar a la realidad es algo que cada vez se hace más difícil. El árbol que el visitante puede encontrar en la sala es una metáfora de la existencia.

-Un árbol un tanto peculiar en tanto que sus frutos son calaveras acompañadas de una treintena de manos mutiladas, ¿qué nos puede desvelar de este almendro en flor que preside la sala?
-Con esta exposición he querido coger un trozo de naturaleza para profundizar sobre el concepto de familia y el punto de autenticidad de cada rama. En la actualidad, creo que el saber que nuestra existencia en la vida es algo eventual, debería animar a las personas a ser un poco más auténticas, excepcionales y despojarnos de coberturas. Además, ese sentimiento de autenticidad, que mucha gente se cree que tiene, es una ficción absoluta. Con esta instalación denuncio la soberbia que nos hipnotiza. Estamos viviendo un momento en el que se produce un desplante al propio hombre. Y esa ficción de seguridad que tenemos al sentirnos únicos y excepcionales es una farsa.

-¿Y las manos suspendidas por la sala? ¿A qué aluden?
-Hablan de un tránsito. Cuando la luz se enciende y se apaga es como una especie de tránsito de la no materia. No se sabe si las manos van al árbol, salen del árbol...En ese momento el espectador establece el concepto que más le puede llegar a emocionar. En definitiva, se trata de llegar directamente a la emoción, en un mundo en el que vivimos en el que todo está mediatizado, en el que no reflexionamos y en el que todo está diseñado para que pensemos como otros quieren.

-¿Vivimos una muerte en vida en la sociedad actual?
-Totalmente. Creo que se ocupa un espacio físicamente que no se aprovecha lo más mínimo. Simplemente muchas personas se dejan llevar y viven una muerte en vida. Todo está vinculado al desánimo más absoluto y hay una pérdida de originalidad. Todo está mediatizado y al final la vida aburre. En este sentido, mi obra es un canto a las esperanza de estimular zonas del cerebro de los espectadores que no se han movido. Tener la oportunidad de que la gente se descubra así misma.

 -¿Qué otros proyectos a corto y largo plazo tiene previstos?
-Inauguro en dos semanas en el Museo Juan Barjola de Gijón. También tengo una exposición en Brasil para el año que viene y otra en Madrid en diciembre.

-¿Cómo se sobrevive con el arte en tiempos de crisis?
-Se sobrevive que no es poco. Se nota, pero por suerte los clientes y los coleccionistas mantienen su fidelidad. Además, la galería con la que trabajo afortunadamente funciona bastante bien.


PERFIL: Un viaje a la instrospección
«En un principio mi obra puede sugerir la idea de oscuridad, tenebrosa, pero en realidad es una alegoría a la intimidad y al autoconocimiento», explica el artista yeclano que se define a sí mismo como «una persona que analiza continuamente su propia existencia y que viaja en una introspección absoluta». Lidó Rico también sostiene que «las ideas son lo más importante del ser humano, ya que es lo único perenne y duradero».