Barcelona

Durmiendo con su enemigo

La Razón
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Artur Mas debe de estar en el secreto. En el secreto a voces de la renuncia de Zapatero a presentarse como candidato del PSOE en las elecciones generales de marzo de 2012, y en el otro, el de verdad. Alguien ha debido soplarle al oído el nombre del tapado, o al menos de los presuntos aspirantes que no pueden pasar más allá de dos o tres. Es la única manera de entender que con una mayoría suficiente haya pactado con los socialistas su investidura, integrado en su Gobierno a un hombre del PSC, y vaya usted a saber que más cosas iremos encontrando en la letra pequeña del pacto. Es cierto que la política hace extraños compañeros de cama, pero el flamante president de la Generalitat se encuentra hoy durmiendo con su enemigo. Las cosas que hemos escuchado en los dos últimos años sobre Zapatero y su Gobierno, y sobre la falta de crédito del socialismo español, no casan con estos amores repentinos cuando, además, las encuestas auguran un hundimiento del proyecto del PSOE que sería un error achacar en solitario a su todavía líder. Todos los que hoy intentan desmarcarse de ZP han estado aplaudiéndole con las orejas y riéndole las gracias hasta que han visto peligrar su culo. Casi todos ellos siguen haciéndolo, aunque ya con la boca muy pequeña, en público, mientras en privado no tienen el menor recato en criticarle y presentarle como el gran culpable de la marcha del país. Alguno de ellos ha debido de ser el encargado de hacer llegar hasta los oídos de Mas los cantos de sirena sobre la gran remontada una vez que Zapatero haga mutis por el foro. Y Mas, que ya picó una vez dejándose seducir por el presidente del Gobierno con sus promesas sobre el Estatut, inicia su mandato al que le han aupado la mayoría de los catalanes, incluidos los que no comulgan con sus coqueteos soberanistas, dando la espalda a esos ciudadanos que quizá opten por el voto útil en las generales y cambien su papeleta por la del PP. Y es que con el panorama actual la prioridad de la sociedad española, incluida la catalana, es que se tomen medidas serias para salir de la crisis y crear empleo, y eso no se consigue con símbolos y sentimientos, sino con políticas serias de austeridad tomadas en tiempo y forma.Ahora, cuando el president se siente a ver los papeles se va a dar cuenta de la ingratísima tarea que tiene por delante si quiere conseguir, después del apoyo, el respaldo de quienes le votaron masivamente hace hoy un mes y un día. Sería muy duro que, a la vuelta de unos meses, este presunto seny se convirtiera en la evidencia de un error de cálculo. Un cálculo que, por ejemplo, debe inquietar un poco al candidato de CIU a la alcaldía de Barcelona, Xavier Trías, que para alcanzar su objetivo de desalojar a los socialistas del otro gran edificio de la plaça de Sant Jaume deberá contar, casi con toda seguiridad, con apoyo de los concejales del PP. Posiblemente por esto Josep Antoni Duran i Lleida, el socio no soberanista, tiene que pasarse el día desmintiendo que haya ningún acuerdo más allá de la pasada investidura. Pero la indudable credibilidad de Duran puede no calar en esta ocasión en la opinión pública. Los guiños de Mas a los socialistas vapuleados en las urnas han colocado la mosca detrás de la oreja de más de uno.