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Ya vale todo
El viernes en el «Sálvame Deluxe» apareció una «señora», que no voy a citar su nombre, que aclaró que su profesión actual es atender una línea erótica, diríamos que rural. ¿Por qué estuvo sentada y cobrando en un programa prime time? Pues sencillamente por solidaridad con la mujeres, según dijo ella. Para conseguir este objetivo contó que tenía un hijo de 26 años cuyo padre era Espartaco. A las preguntas de los contertulios, confirmó que efectivamente el torero se hizo las pruebas de paternidad, que fueron negativas para sus intereses, por lo que el juez dio por finalizado el caso. A pesar de ello, un cuarto de siglo después, la citada trabajadora erótica se asoma a las pantallas para decir que a veces hay equivocaciones legales, que su seguridad parte de que, cuando tuvo las citadas relaciones íntimas con Juan Antonio, ella sólo tenía en ese momento un novio más y éste no podía tener hijos, aunque también reconoció que, cuando se casó, el citado novio tuvo cuatro hijos. Humor incluso berlanguiano si por medio no andara el buen nombre de un hombre decente, trabajador, figurón del toreo, con todos los reconocimientos que este arte puede otorgar, que además se encuentra en una situación delicada, por la separación de su esposa que está en trámites en estos momentos. Aceptando que en el programa se tomaron a esta señora totalmente en broma, que desmontaron todo lo que decía y que convirtieron la intervención de la «Espartaca», como ella dice que la llaman, en una especie de juguete cómico, lo que habría que preguntarse es, si sabiendo de antemano que nada de lo que va a contar para varios millones de personas es verdad y que por medio hay una persona honorable, ¿por qué se la lleva encima pagándola a un programa? En este caso me refiero a un programa de Telecinco, pero igualmente se podría decir de otras cadenas, incluida la mía, Antena 3. Como decía María Teresa Campos, pongámonos todos en la lista de «perjudicadores» y hagamos propósito de enmienda. Se puede y se debe informar, pero crear espectáculos artificiales a costa de terceras personas, no me parece que sea el camino del corazón.
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