El desafío independentista

Democracia las urnas por Iñaki Zaragüeta

La Razón
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No sé quién estará detrás del movimiento 25-S, pero la música de fondo me suena, está estrenada. Las proclamas se alzan similares a las de las 24 horas anteriores al 13 de marzo de 2004. «No vamos a parar hasta que el Gobierno caiga», «Que dimitan y se abra un proceso democrático» son eslóganes con sabor a aquellas horas después de la tragedia. Hablan como si a Rajoy nos lo hubieran impuesto los senegaleses en lugar de los votos. Pero ¡cuidado! entonces lograron cambiar el Gobierno. La cruzada callejera y mediática fue decisiva en aquella jornada de reflexión para el triunfo de Zapatero, como reconocieron las encuestas tras las elecciones. Un once por ciento cambió su voto ese día, según la consulta de la Ser.
Aún así, aquella movilización alcanzó su meta con legalidad y legitimidad, en las urnas, no como pretende la algarada montada el pasado martes ante el Congreso, inaceptable en el fondo y en la forma, llamamiento que ha vuelto a realizar para la tarde hoy.
Un grupúsculo variopinto y violento no puede planificar el objetivo de dinamitar la democracia, atentar contra los representantes emanados de las urnas y pensar en imponer el Gobierno a su conveniencia. Su argumento: el follón. Es increíble que esto suceda en una democracia.
En serio, ahora me refiero a la forma, ¿quiénes son? ¿quién monta todo sin importarle la actuación de pandillas «flautas» dispuestas a la gresca y a la provocación de la Policía?.
Es cierto que, como decía Tagore, «el bosque sería muy triste si sólo cantaran los pájaros que mejor lo hacen», pero se convertiría en paisaje desolador si quienes desentonan los aniquilarán salvajemente. Así es la vida.