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De ganas y ganadores

Alfredo Pérez Rubalcaba va a perder las elecciones, pero ganó el debate

La Razón
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Discrepo de la opinión mayoritaria y de la conclusión a la que ayer llegaba este diario. Rajoy no «sentenció a Rubalcaba» porque éste venía ya sentenciado de casa. Va a perder las elecciones, pero ganó el debate. Lo ganó –si quieren– como líder de la oposición, pero el conocimiento que demostró de los asuntos que planteaba me pareció muy superior al de un Rajoy esquivo y rutinario. Es más sólido aquel que se estudia los temas hasta entenderlos (para ser capaz de explicarlos) que quien se aferra a un argumentario trufado de cifras pero se muestra incapaz de descender con precisión a la letra pequeña de las cosas. Admito que la pericia que ha alcanzado Rajoy como sorteador de preguntas pertinentes le permitió zafarse con displicencia cada vez que Rubalcaba le apretaba. Si el uno resultó arrogante en su insistencia, el otro me pareció excesivo en la indiferencia; si el uno incurrió en regodeo al sorprender a su rival en falta, el otro vino a confirmar que ya todo le resbala.

Rajoy va a gobernar y Rubalcaba, no. El candidato socialista despachó su programa en media línea porque con tres palabras está desactivado: «Haberlo hecho ya». Resultó burda la forma de taparse, pero conjuró el ensañamiento. Rajoy tiene propuestas y es capaz de recitarlas con imbatible memoria de opositor, pero si de verdad las conoce (y las entiende) perdió la oportunidad de demostrarlo. Me pareció decepcionante su falta de soltura en el manejo de conceptos clave. La facilidad con la que se extendió al hablar de las diputaciones o los colegios revela cuáles son los temas que domina (aquéllos que ya ha gestionado) y cuáles, por el contrario, los que no. En el debate sobre cobertura al desempleo, coste de la contratación-despido o sistemas de pensiones, se apaña con cuatro generalidades. A una semana y media de convertirse en presidente electo, ya va tocando bajar al detalle. Una cosa es que todo el mundo entienda la táctica del hombre invisible y otra, que se jalee.

Va siendo hora también de que el marianismo haga autocrítica y admita sus cambios de criterio, que también los tiene. Se desmelenó contra la subida del IVA y ahora asume que el impuesto está bien como está (no va a bajarlo). Negó su apoyo al Gobierno para retrasar la jubilación y ahora ni siquiera menciona la posibilidad de deshacerlo. Combatió la ley de matrimonio homosexual y ahora cruza los dedos para que el Tribunal Constitucional la avale. Rajoy porfió contra esa ley porque no compartía su esencia (no sólo su constitucionalidad); dado que ahora sí la comparte, le honraría declarar que el criterio correcto fue el de Rodríguez Zapatero.

La sesión de control del lunes la ganó la oposición entrante. No me sorprende que las encuestas den vencedor a quien va a ganar las elecciones porque el espectador tiene presente todo lo que los candidatos representan. Lo que perdió Rubalcaba no fue el debate, sino la legislatura. Rajoy, a la inversa, la ha ganado por desmoronamiento.