Trípoli
Tras 42 años de «Yamahiriya» Libia se prepara para la «democracia islámica»
Tras 42 años del experimento "popular y socialista"que Muamar al Gadafi bautizó como la "Yamahiriya"(gobierno de masas), la nueva Libia que diseñan los rebeldes será un estado "democrático, constitucional e islámico"en el que la sharía (código musulmán) será fuente de ley.
Así se define en la llamada "declaración de la victoria", un documento en el que trabaja el Consejo Nacional de Transición (CNT) libia al que tuvo acceso en Trípoli.
Según la autoridad interina, para que pueda entrar en efecto este plan -que determina, igualmente, como será el proceso de transición-, es necesario primero capturar o dar muerte al dictador huido.
De acuerdo con el texto, el CNT será la principal fuente de autoridad durante el periodo transitorio, apoyada por un número de representantes de los consejos locales que será determinado por la densidad de población.
Además, consigna que el CNT se trasladará a Trípoli en un periodo no superior a 30 días tras la declaración de la victoria y nombrará una serie de ministros para que dirijan diferentes aspectos de la administración y comiencen a levantar los cimientos de un estado que será "democrático, independiente, con capital en Trípoli".
Una nueva Libia en la que la religión oficial será el islam y la sharia (ley islámica) su fuente de jurisprudencia y donde los derechos de las minorías serán garantizados.
Tres meses después de la "declaración de liberación", la autoridad de transición promulgará una ley para la elección de una Asamblea Constituyente, creará una comisión electoral y convocará comicios, que se celebrarán ocho meses después bajo la supervisión de observadores internacionales.
Una vez se reúna por primera vez esta asamblea, integrada por 200 miembros, el CNT se disolverá, aunque el Gobierno de transición mantendrá sus poderes hasta que la propia asamblea nombre un primer ministro.
Este primer ministro constituirá un Gobierno interino, al tiempo que la Asamblea Constitucional creará una comisión para redactar una Carta Magna que deberá estar lista en dos meses y cuyo texto será llevado a referéndum popular 30 días después.
Si es aprobado por más de dos tercios, el texto será ratificado por la Asamblea, y se convocará un nuevo proceso electoral en un plazo máximo de seis meses, para elegir el que será el Gobierno definitivo.
El plan, no obstante, queda supeditado a la captura definitiva o la muerte de Gadafi, y al fin de las operaciones bélicas, que todavía siguen en curso.
Para los rebeldes es fundamental aún la toma de la ciudad de Sirte, cuna de Gadafi y último bastión que resiste al avance rebelde y los bombardeos de la OTAN.
Según Seif al Islam, el más belicoso de los hijos del dictador, en las calles de esta localidad costera están apostados más de 20.000 hombres dispuestos a derramar hasta la última gota de su sangre.
Una advertencia que no arredra a los rebeldes, que prosiguen su despliegue y asedio de la ciudad, en espera de que se llegue a una solución pacífica o expire el próximo sábado el ultimátum dado por el Gobierno rebelde.
La posibilidad de que el asalto no se produzca está todavía sobre la mesa, ya que otro de los hijos de Gadafi, Saadi, ha asegurado a televisiones árabes que el círculo más cercano de su progenitor estaría dispuesto a negociar una rendición.
Declaraciones contradictorias que mantienen en vilo a libios en un día extraño: desde hace 42 años, el 1 de septiembre era la fecha más señalada del calendario.
Gadafi, que en realidad creó un estado personalista, populista y dictatorial, siempre preparaba una gran celebración para conmemorar el triunfo del alzamiento que dirigió en 1969 y que acabó con la monarquía, una institución que ahora muchos libios recuerdan con nostalgia.
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