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«Aunque sea hay que hablar de hablar»

Rajoy abrirá una ronda de contactos con los partidos y convocará a los presidentes autonómicos

Todo el Grupo Popular acudió a felicitar al nuevo presidente
Todo el Grupo Popular acudió a felicitar al nuevo presidentelarazon

MADRID- Mariano Rajoy ha sido igual de previsible en el arranque y en el cierre de su debate de investidura. Ayer se marchó del Congreso de los Diputados, ya como presidente electo, con la misma promesa con la que inició su campaña electoral, la de que escuchará a todos y hablará con todos los que quieran hablar con él. En estos dos últimos días ha confirmado con sus palabras y con sus gestos, solemnizados ante el Parlamento, su intención de que el diálogo no se quede en un eslogan, sino que sea una herramienta básica en su acción política.

Y hasta a su propia bancada ha sorprendido el cuidado con el que ha «toreado» a todos los grupos, salvo a Amaiur, así como su obsesivo interés por tender puentes y por dejar siempre la puerta abierta al entendimiento.

De lo visto y oído no es arriesgado anticipar que no hará un Gobierno de «órdagos» ni de golpes de efectos ni de titulares vistosos. Y sí previsible, silencioso, pero siempre en movimiento bajo la consigna de que «hay que hablar, aunque sea de hablar». «Por él no va a ser que no se llegue a acuerdos», explicaba un alto dirigente del PP. En su partido comentaban ayer, por ejemplo, su «generosidad» con CiU por prestarse a la sonora foto final buscada por su portavoz, Josep Antoni Duran Lleida, después de ese «no» en la votación de la investidura con valor casi de «deslealtad» dentro de las filas populares, donde se daba por descontada la abstención de los nacionalistas catalanes.

Rajoy llegará hoy al Palacio de la Moncloa siendo más fiel que nunca a su discurso y a ese estilo que ha seguido en la oposición, el del señor tranquilo que prefiere el silencio al golpe en la mesa. Escuchará «a todos» porque acepta –como ayer sostuvo en su último turno ante el Plenario– que «no tiene el monopolio de la razón» y porque además también sabe que él solo no puede lidiar con todos los desafíos que esperan.

«Vamos a escuchar y a hablar con quien quiera hacerlo. Nadie sobra aquí y cuantos más seamos en la misma dirección, mejor», sentenció, como punto y final de su investidura. Cree firmemente que un Gobierno puede lo que puede, pero que «no puede absolutamente con todo» y que España «necesita el concurso de cuantos más mejor». Por eso, en cuanto sea presidente del Gobierno Rajoy materializará este compromiso abriendo las puertas de La Moncloa al diálogo. Para empezar, citará al jefe de la oposición y a los demás partidos políticos, y también convocará a los presidentes autonómicos. El intenso ritmo que quiere imprimir a sus reformas le exigirá también intensificar las conversaciones con los demás grupos parlamentarios.

Esta noche nadie dormirá en La Moncloa y Rajoy llegará a Palacio mañana a mediodía, después de jurar su cargo ante Su Majestad el Rey. Después de la obligada reconciliación con el presidente saliente, José Luis Rodríguez Zapatero, durante los últimos meses de la pasada Legislatura, Rajoy tuvo un gesto hacia su antecesor desde la tribuna. «Usted acertó y se equivocó, pero ha tenido un gran honor, que es ser el presidente del Gobierno de este país. Y así lo veré siempre», concluyó.

El Congreso cumplimentó ayer la última fase de la liturgia del cambio de Gobierno. Pero para Rajoy ayer también fue el día del triunfo de la resistencia ante las adversidades externas, e internas, y de un estilo de liderazgo que no tiene nada que ver con el que impuso al partido su antecesor, José María Aznar. «Ahora habrá que ver hasta qué punto La Moncloa respeta su manera de tomar decisiones y de manejar los tiempos», dicen en el Partido Popular.