Barcelona

Félix Mantilla: «El melanoma acabó con mi pasión en la pista»

Nace en Barcelona en 1974. Llegó a estar entre los 10 primeros del ranking mundial en junio de 1998. Anunció su retirada el 7 de abril de 2008 a causa del melanoma que se le habia detectado tres años antes. 

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Forma parte de la historia de uno de los deportes que más tardes de gloria ha brindado a los españoles. El ex tenista Félix Mantilla tuvo que dejar las pistas por culpa de un cáncer de piel, que gracias a la detección precoz no tuvo consecuencias graves en su salud. La única huella que le dejó fue el deber de concienciar a los demás frente a uno de los tumores más agresivos, pero que detectado y tratado a tiempo permite llevar una vida normal. Por eso, ahora, a través de su fundación que este fin de semana ha celebrado un torneo benéfico, intenta llevar a cabo su misión.

-¿Por qué decide crear una fundación?

-Existe una necesidad de difundir una mayor concienciación de protegerse frente a este tumor, al que casi nadie presta atención y no se le da demasiada importancia hasta que es demasiado tarde.

-En su caso, ¿cómo le detectaron el melanoma?

-Fue un poco de casualidad. Una vez cuando competía en Australia me quemé y desde entonces comencé a someterme a controles periódicos. Por ese historial, en una revisión puntual me lo detectaron. Yo siempre había intentado cuidarme, ya que mi fototipo de piel es claro y prevenir era un arma fundamental.

-Pero por su profesión, ¿la exposición al sol era inevitable?

-Sí, pasaba muchas horas cada día. Así, un día llegó el dermatólogo y me dijo: «Oye cuídatelo, que tienes riesgo».

-¿Por qué fue «por casualidad»?

-Debido a una lesión en la muñeca, fui al especialista y después decidí visitar de forma rutinaria al dermatólogo, con quien además tenía muy buen relación y era amigo mío. Y gracias a eso me detectaron el melanoma incipiente.

-Entonces, ¿la muñeca le salvó la vida?

-Algo parecido, sí. Al ser detectado de forma precoz, en el estado inicial, la curación es del cien por cien, porque no ha pasado a la sangre y no ha producido metástasis.

-¿Cómo llevó todo el proceso?

-Bien. Normalmente lo primero que te hacen es una biopsia de la piel, en mi caso de la espalda, que fue la que dio positivo. Luego me hicieron otra en otro punto unas semanas después que dio negativo. Y entonces me dijeron que estaba controlado. Si hubiera dado de nuevo positivo tendría que haberme sometido a nuevas pruebas.

-¿Cada cuánto se sometía a controles de revisión?

-Al principio cada tres meses, para vigilar que no fuera a más. Y así ver si cambiaba algo.

-¿Tuvo que someterse a algún tipo de tratamiento farmacológico o a sesiones de radioterapia?

-No. Fue un tema más de impacto psicológico y de concienciación, además del susto, claro. Hasta que te das cuenta de que puedes volver a llevar una vida normal, pero con una serie de medidas preventivas necesarias.

-¿Hasta qué punto limitó su vida?

-Todo. Tuve que dejar el tenis. Fue una de las decisiones más duras que he tomado. Pero, me sentía incómodo, pasaba muchas horas en la pistas entrenando y jugando, pero notaba que había perdido la pasión de antaño. Y lo dejé.

-Ahora, ¿juega de vez en cuando?

-Si soy sincero, estoy en muy baja forma. Ahora tengo hasta barriguita (risas)... Pero intento hacer deporte en las horas buenas, antes de las 12 de la mañana y después de las cinco de la tarde. Cuando estoy con los chicos en la pista –imparte clases en un club– siempre vigilo la protección.

-¿Dedica tiempo a otras disciplinas deportivas?

-Sí, el fútbol me encanta, también el pádel por su similitud con el tenis y siempre que el nivel de los jugadores sea más o menos el mismo podemos echarnos nuestras pachangas.

-A pesar de todo, ¿deporte al aire libre?

-Sí, por supuesto.

-¿Cuántas horas duerme al día?

-Ahora, pocas: entre siete y ocho horas.

-¿Le cuesta dormir?

-Mis problemas diarios, el estrés, lo canalizo a través de la piel, no del sueño, en forma de dermatitis.

-¿Sigue dieta?

-Antes sí, por exigencias del guión, pero ahora, no.