España

El Congreso convalida el ajuste fiscal con los votos del PP

La izquierda minoritaria abandona el pleno parano votar. Rubalcaba se reconcilia con el PSOE

El Congreso convalida el ajuste fiscal con los votos del PP
El Congreso convalida el ajuste fiscal con los votos del PPlarazon

El PP no aplaudió esta vez; el PSOE, sí; la izquierda minoritaria se ausentó de la votación para no ser «cómplice» de los recortes; el ministro de Hacienda se enzarzó con la portavoz de UPyD, Rosa Díez, que le acusó de llamar «vagos» a los funcionarios; Rubalcaba se reconcilió con los suyos; Rajoy estuvo reunido en su despacho de La Moncloa hasta la hora de votar… Todo esto en una tensa sesión en la que la Cámara Baja convalidó –con los votos de los populares– los ajustes fiscales y del funcionariado aprobados por el Gobierno hace una semana. Hubiera bastado, decían en la bancada socialista, que el Ejecutivo tramitara el decreto como proyecto de ley –para escenificar la voluntad de diálogo– para que el PSOE no hubiera votado en contra. Pero Cristóbal Montoro argumentó una y otra vez que lo que se aprobaba eran obligaciones impuestas por la UE que no hay más remedio que cumplir. Así que el tiempo apremiaba. En resumen, que el acuerdo era imposible y el apoyo de la oposición, inalcanzable, pese a que el líder del PSOE dijera que estuvo siempre dispuesto a cerrar un pacto que Rajoy rechazó. Sus condiciones: un impuesto para las grandes fortunas; un techo mínimo par las sociedades del 15 por ciento; la supresión de deducciones al IRPF y un pacto de rentas en la función pública.
«Con estas ideas habríamos trasladado un mensaje de firmeza a los mercados y se habrían evitado recortes en servicios sociales básicos que afectan a los más desprotegidos», enfatizó Rubalcaba antes de lamentar que Rajoy en lugar de aceptar la oferta «gritó como los malos toreros: ¡dejadme solo!».
El secretario general del PSOE no es que subiera el tono ni mucho menos, tan sólo afrontó el debate de un modo distinto al de hace una semana, cuando cosechó sonoras críticas entre los suyos. Va a ser cuestión de actitud, de estado de ánimo.
El presidente del Gobierno llegó a la Carrera de San Jerónimo poco antes de que se produjera la votación, que se saldó con 180 votos a favor (todos del PP); 131 en contra y una abstención, la del diputado de UPN. Pero antes el ministro de Hacienda había dibujado un negrísimo y realista panorama de la economía lastrada por la deuda externa. No ocultó que las medidas vienen marcadas por necesidad y tampoco que obligan al Gobierno a dejar de lado sus ideas: «Tenemos que ser realistas». Llamó así a la responsabilidad de la Cámara, pidió a los funcionarios que «trabajen más», enfatizó que «no hay dinero en las arcas públicas» para pagar todos los servicios y dijo que la eliminación de la paga de Navidad de los empleados públicos se llama «retraimiento» porque la recuperarán en 2015. Mientras defendía la necesidad del ajuste fiscal de 65.000 millones, el riesgo país rozaba máximos históricos y llegaba a los 580 puntos básicos. «Cuando algo no es financiable hay que quitarlo. No todo cabe en la oferta de servicios públicos», afirmó antes de tachar de «demagogia fiscal», «escándalo» y «retórica de izquierdas» las propuestas de la oposición sobre impuestos.
La respuesta de todos los grupos fue similar a la del secretario general del PSOE («la salida de la crisis no pasa por machacar a impuestos a las clases medias, autónomos y desempleados»). Hubo rechazo general. Si Josep Sánchez Llibre (CiU) alertó sobre una España con «economía de guerra», Rosa Díez afirmó que «lo peor no son las medidas, sino las mentiras» y el peneuvista, Pedro Apiazu, habló de recortes «profundamente injustos e inequitativos». El de Izquierda Plural, Joan Coscubiela, se quejaba de que se actúe con «chulería con los débiles y cobardía con los poderosos». Todo mientras la calle clama por soluciones y no por palabras.


Rajoy y Rubalcaba sí hablan
Tanto se queja el PSOE de que el Gobierno no dialoga, que para rebatir tal lamento desde el Gobierno se deslizó ayer en conversación informal con los periodistas que el presidente Rajoy habló con Rubalcaba el pasado jueves. El contenido de la conversación, que fue luego confirmada tanto por el número uno del PSOE como por su número dos, Elena Valenciano, no ha trascendido. Pero el secretario general de los socialistas niega que hablaran de los ajustes que el día después iba a aparobar el Consejo de Ministros.Sí intercambiaron impresiones, en cambio, sobre la delicada situación económica y financiera que atraviesa el país y los problemas de España para financiarse en el mercado. Ese mismo día también conversaron por teléfono la vicepresidenta del Gobierno, Soraya Saénz de Santamaría y Elena Valenciano. Y ni a ésta ni a Rubalcaba les gustó que trascendieran las llamadas. «Pretenden ganar en los pasillos lo que han perdido en el debate», fue la lectura de un Rubalcaba que, ayer sí, recibió aplausos y parabienes de los suyos, que le dieron una sonora ovación, puestos en pie, cuando bajó de la tribuna de oradores.