Valencia
Puro enredo: Meridional le quita años al Clásico
Álvaro Lavín y Julio Salvatierra debutan en la Joven Compañía Nacional de Teatro Clásico, la cantera de la casa, con «Todo es enredos Amor», de Diego de Figueroa, nunca representado
Parece que fuera ayer, pero son ya dos decenios los que Teatro Meridional lleva dejando su impronta en los escenarios españoles y extranjeros –acaban de venir de Iberoamérica con su «Miguel Hernández»– y en el camino nadie diría que han envejecido ni una cana. Desde aquel «Qfwfq. Una historia del universo», que adaptaba «Las cosmicómicas», a la reciente «La verdadera historia de los hermanos Marx» median unos cuantos montajes, siempre originales y diferentes, con sus aciertos mayores o menores, pero siempre con una línea general de buen hacer teatral y frescura. También, a menudo un particular sentido del humor que viaja sobre vehículos de calidad, del «Cyrano» de Rostand al «Calisto. Historia de un personaje» que llevaba «La celestina» al terreno del monólogo.
La segunda promoción
Vamos, que ya iba siendo hora de que el sector público se acordara de ellos. Y en ese «ellos» al que ahora ha acudido la Compañía Nacional de Teatro Clásico entran el director Álvaro Lavín y el autor de Meridional, Julio Salvatierra, fundadores del grupo. El segundo se ha encargado de la versión de un texto inédito en nuestros escenarios, al menos en las últimas décadas, «Todo es enredos Amor», una comedia de muchos ídem –o sea, de enredos y amores– escrita por Diego de Figueroa y Córdoba en 1611. Álvaro Lavín llevará las riendas de esta producción de la CNTC que vuelve a dar cancha a la segunda promoción de la Joven Compañía, el mismo grupo de «menores de 30 años» (es la condición de esta «formación B») que estrenó «La moza de cántaro».
Fue Eduardo Vasco quien llamó a Lavín y Salvatierra y les propuso hacer este texto. «Me lo leí, se lo leyó Julio, nos pusimos en ello y hasta hoy hemos tenido libertad absoluta», subraya Lavín. «Más allá de ese impulso inicial de querer recuperar textos desconocidos, ellos pensaban, muy acertadamente, que éste le venía muy bien al espíritu de la Joven Compañía. Pese a llevar varios años formándose y ser profesionales, aún tienen esa inocencia de los comienzos. Y éste es un texto muy fresco, delicioso, un enredo "a manera de"comedia de disfraz, de enredo y puerta». En escena, una mujer se disfrazará de caballero y de lo que se tercie para conquistar al donjuán de turno, y un lío de seducciones amparado en la casualidad de estancias contiguas. Cosas que pasaban en el Siglo de Oro. «Son ejemplos de escritura por parte del autor que responden a un intento de homenajear a otros autores de los que casi fue mecenas. Era un hombre que veía tanto teatro y apoyó tanto a otros autores que al final escribió varias comedias». Poco sabemos hoy de Diego de Figueroa y Córdoba, más allá de que nació en 1619, fue señor de la villa de Salmeroncillos y que escribía a veces junto a su hermano José. Dejó otros títulos: «La hija del mesonero o la ilustre fregona», «El mentiroso en la corte», «La lealtad en las injurias»... Y esta «Todo es enredos Amor», atribuida durante años a Moreto por error de un impresor. Se cree que murió en 1673.
En esta Joven Compañía aparecen nombres como Mamen Camacho, que da vida a Doña Elena, la travestida y aguerrida dama que persigue hasta Salamanca al conquistador Don Félix, encarnado por Francesco Carril. María Prado y Carlos Jiménez-Alfaro son los criados Juana y Ortiz. Aunque la versión de Salvatierra haya prescindido de este oficio. «Julio es un gran autor, pero también un grandísimo adaptador. Ha intentado actualizar el texto sin traerlo a ninguna época en concreto, pero sí haciendo un trabajo modernizador sobre el honor, la educación, la palabra del padre, el matrimonio... Todo eso hemos tratado de acercarlo, incluso convirtiendo a los criados en amigos. Todos los personajes son estudiantes universitarios en Salamanca. Y nada chirría».
Carlos Jiménez-Alfaro, Georgina de Yebra, Badia Albayati, Sara Moraleda y Julio Hidalgo son algunos de los otros actores de la Joven, acompañada en directo por el piano de Ángel Galán. «Es buena gente», resume el director sobre el grupo humano que tiene entre manos. «Hay unos fichajes fantásticos. Algo que yo echo de menos fuera, no porque no los haya sino porque a veces el trabajo no te permite ver la cantera de actores que va saliendo». Y no han pesado en ese sentido barreras ni etiquetas. El reparto, cuenta Lavín, ha asumido papeles que nada tenían que ver con los de «La moza de cántaro»: «La intención de la casa y de Eduardo es que esta gente creciera y se confrontara con diferentes maneras de dirigir y distintos tipos de puesta en escena». La ventaja para el director es que nunca se haya llevado a escena el texto, lo cual les permite «afrontarlo con una enorme irresponsabilidad».
Un espacio «muy Meridional»
Y así, asegura «se reconocerá el espacio, que es muy Meridional, casi vacío». Y añade: «Tratamos de hacer el espectáculo como si fuera nuestro. Incluso pecamos de exceso de prudencia en la producción». Aunque hay matices: «Te rodeas de un equipo muy cercano y las condiciones son otras, no ya sólo a nivel presupuestario. No es lo mismo que idear un montaje que lo metes en un camión. Aquí hay una implantación escénica y un diseño de luz y escenografía a la altura de lo que uno espera cuando viene a la CNTC». Pero estará el toque Meridional, también en su humor: «Espero que sí, yo intervengo mucho. Tengo la suerte de trabajar con un dramaturgo a pie de escena y eso me da mucha libertad. Además, no entiendo la puesta en escena como tener que descubrir cosas continuamente, sino un trabajo a largo plazo: seguir investigando y viendo si algo funciona. Yo soy un gran copiador, no lo niego nunca». Y cita sus raíces: «Kantor, esa manera de enfrentarse a lo que contaba; me gusta mucho la comedia dell' arte, y Arlequinos que he visto del Piccolo». Así ya podrá...
El detalle
DE BERKOFF A LA ÓPERA
Algunos actores de la Joven Compañía han seguido el trabajo de Meridional: «Te das cuenta con esos puñetazos de realidad del tiempo que ha pasado, porque no lo sueles percibir, ya que sigues trabajando con la misma ilusión», bromea Lavín. Ahora tienen «Miguel Hernández» y «La verdadera historia de los hermanos Marx» de gira. Y de vez en cuando, Lavín vuelve a «Calisto» (foto 2), «un montaje que quiero seguir haciendo aunque pasen los años». Además, preparan un largometraje, que está en proceso de escritura, y en enero estrenarán en Valencia «Kvetch», de Steven Berkoff. Por su parte, Salvatierra estudia –va para largo– con Boadella convertir su obra «Controversia del toro y el torero» en una ópera.
- Dónde: Teatro Pavón. Madrid.
- Cuándo: del 4 de enero al 6 de febrero de 2011.
- Cuánto: 18 euros. Tel. 91 528 28 19.
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